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ACTUALIDAD | 23-04-2012 13:30

La ley de talles, bajo la lupa

Marcelo Bregua, el coordinar general de Aluba, la institución pionera en la lucha contra la bulimia y la anorexia, aporta su visión.

Toda norma o Ley que despierte en la conciencia de la población los peligros de la anorexia nerviosa o la bulimia nerviosa, y que ayude a quienes padecen estos trastornos es positiva y se tiene que extender a nivel nacional.

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En ALUBA, desde hace más de 20 años, trabajamos con objetivos que abarcan no solo el tratamiento de las personas con estas patologías y su entorno, sino que, además, elaboramos programas académicos para la formación de profesionales, brindando información y prevención para la sociedad. Por eso sabemos, fehacientemente, que el mundo de la moda no es un factor determinante en la formación de los trastornos de la alimentación, aunque sí puede llegar a convertirse para un grupo de personas, en un factor disparador o de mantenimiento.

Junto a los legisladores con los que nos abocamos en el tema de Talles buscábamos el cuidado de la salud de la población y veíamos en esta Ley una herramienta más, quizás imperfecta, pero con el espíritu de trabajar para y con la gente.

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Dicha Ley tenía que estimular y no perseguir, respetar las libertades individuales, tanto de los consumidores como así también de los fabricantes y no demandar la confección por parte de éstos de artículos que no deseaban realizar.

Simplemente se debían adecuar las letras de fantasía (S, M, L y más) con las cuales se rotula hoy la indumentaria (y que varían entre los distintos diseñadores y marcas), con los criterios internacionales y las normas IRAM, beneficiando además al comerciante en sus ventas a los turistas, que solicitan su indumentaria con las medidas internacionales a las que están acostumbrados.

Lamentablemente, ha sido promulgada a nivel provincial con otro espíritu y no con el que la soñamos, pero es ley y como tal deberá ser igualmente respetada y no ignorada, como sucede en gran parte de nuestro territorio. Esperamos que con el tiempo se puedan corregir los errores involuntarios promulgados y que se pueda volver al proyecto original con el que todos nos veríamos beneficiados.

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