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CUERPO & ALMA | 14-01-2013 11:39

Uñas en problemas: qué hacer

Las uñas sanas son duras, lisas y con un color ligeramente rosado. Si cambia el tono o la estructura, podría ser un signo de una enfermedad, algo que en cualquier caso hay que consultar siempre con el médico.

Por Nicola Menke, BERLÍN (dpa) -  Algo típico son las manchas blancas que, como una nube, atraviesan la superficie transparente. No es algo bonito, pero tampoco implica ningún problema. "Son pequeñas burbujas de aire que se producen a causa de pequeñas heridas, por ejemplo por un golpe o si la cutícula se empuja hacia abajo sin delicadeza al hacer la manicura", señala Ulrich Klein, de la Asociación de Dermatólogos Alemanes.

Sin embargo, es bueno prestar atención a los cambios en las uñas más allá del efecto cosmético, porque pueden ser un signo de una enfermedad.

Para ello, hay que saber cómo es una uña sana: "Es dura y a la vez flexible, tiene una superficie lisa ligeramente curvada y más o menos mide medio milímetro", señala Barbara Weigel, de la Asociación Alemana de Empresas de Cosmética y Pedicuría.

En cuanto al color, una uña normal es transparente y mate, pero si está bien irrigada se ve rosada. La forma es muy variable: "Alargada y ovalada o quizás corta y redonda, eso depende de la forma de los huesos de los dedos", señala la experta.

Los cambios pueden ser normales, pero a veces también un indicio de problemas en las propias uñas o en otras partes del cuerpo. No hay que preocuparse por las pequeñas manchas en forma de nube, algunas muescas -en general resultado del uso de la fuerza con ellas- o las estrías a lo largo de la superficie, que tienen casi todos.

"Se trata de signos del proceso de envejecimiento normal y se vuelven más visibles con el paso de los años. En parte se heredan", asegura Klein.

Entre los cambios más habituales que muestran la existencia de una enfermedad están los hongos o la psoriasis en las uñas. Sus signos externos son muy similares.

"En ambos casos la uña se vuelve más gruesa, quebradiza, ondulada y escamosa. Además, el color pasa a amarillo-marrón o a un blanco opaco", explica Pietro Nenoff, de la Sociedad Alemana de Dermatólogos.

Para aclarar exactamente cuál de las dos enfermedades se padece hay que hacer un análisis, así como para tratarla de forma adecuada, subraya el médico.

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En el caso de los hongos es una cuestión que va más allá de lo estético, porque si no se curan pueden extenderse. Por ello quien tenga estos síntomas debe consultar a un especialista.

También si a causa de una irritación, por ejemplo por una alergia a las uñas postizas o a productos de limpieza, se produce un eccema o se inflama el lecho de la uña y la piel a los lados.

Lo primero se aprecia si los pliegues laterales están enrojecidos y escamosos o la superficie de la uña es porosa. La inflamación se ve por el enrojecimiento y aumento de la temperatura de la zona y, si es muy grave, por la presencia de pus.

"A veces, a causa de una infección las uñas cambian de color: si por ejemplo las bacterias causantes son pseudomonas, se vuelven verdosas", afirma Nenoff. Los eccemas e inflamaciones se tratan con pomadas con cortisona.

Weigel señala sin embargo que, además de los problemas propios de las uñas, éstas pueden dar pistas sobre enfermedades de todo el cuerpo, como la falta de biotina (o vitamina B8). En ese caso las uñas son quebradizas, ásperas o con problemas de crecimiento.

Y cuando falta hierro, se forman uñas llamadas de "cuchara", "en las que la superficie se hunde en el centro y que pueden ser indicio tanto de la falta de hierro como de irrigación".

Si en cambio la uña se curva excesivamente hacia arriba puede ser una señal de una enfermedad cardíaca o de los pulmones, y en el caso de ser blancas y opacas ello quiere decir que algo no va bien con el hígado.

En todos esos casos hay que ir al médico, así como si aparecen manchas oscuras bajo la uña. En general no son más que pequeñas hemorragias, pero en el peor de los casos podrían ser síntomas de un melanoma.

Para mantener las uñas sanas, lo principal es una alimentación equilibrada. Y también es importante protegerlas de agresiones externas como el uso de detergentes agresivos, por ejemplo con guantes.

"Hay que cuidarlas de manera regular siguiendo una serie de reglas", recomienda Weigel, como no cortarlas muy cortas para que no se encarnen y nunca quitar la cutícula, porque es un escudo de la uña.

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