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ACTUALIDAD | 19-11-2014 16:40

El caso Casey Wander, madurar antes de tiempo

Cómo son los niños superdotados que desarrollan capacidades cognitivas a una corta edad y se diferencian de sus pares. Incidencia de la tecnología en el crecimiento infantil.

Por Naiara Vecchio

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El reloj biológico no siempre determina el grado de madurez de un ser humano. Cuando el raciocinio y el DNI de un niño hablan diferentes idiomas, su edad es sólo una anécdota. Aunque para el desarrollo de un chico superdotado se deben dar diversos factores al mismo tiempo. Si bien la correcta utilización de la tecnología estimula cualquier capacidad, la misma no genera este fenómeno infantil: Mozart nada sabía de computadoras al componer en plena infancia sus primeras sinfonías.

Para el médico psiquiatra, Lucas Raspell, “existen múltiples fenómenos que deben generarse de manera conjunta para que un niño muestre pautas que no son propias de su edad y lo caractericen como un superdotado: cuestiones biológicas, psicológicas y sociales”. “Incluso el estilo de crianza, la personalidad de sus padres y las exigencias que ellos delegan en su hijo son factores fundamentales para que sus capacidades fuera de lo normal comiencen a vislumbrarse precozmente”, añade.

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En ese sentido, Raspell, psicoterapeuta especializado en Terapia Cognitiva, fue claro: “No existe la clasificación de ‘niño adulto’, pero sí es una figura que fácilmente podemos observar y que no tiene que ver con que sea o no superdotado, tampoco con que sea anormal. Se trata de niños autosuficientes, que se ocupan de sus cosas sin llevar problemas ni demandas a los adultos. Niños que ocupan roles en la familia que no le tocan por su edad, como cuidar al resto de sus hermanos a pesar de tener sólo 1 o 2 años más. O que sorprenden al hablar pero a causa de lo que escuchan y repiten de sus padres o círculo íntimo”.

Por eso es necesario distinguir a los chicos superdotados, con capacidades superiores al resto de sus pares, de los niños que circunstancialmente suelen ocupar funciones de adultos. Éstos últimos están muy regulados emocionalmente, casi sin berrinches, quejas o exabruptos, que serían propios y normales para la edad. “Es una regulación alcanzada mayormente a expensas de un desarrollo cognitivo que frena el mundo emocional, lo aplaca: racionalizan las situaciones y así no se desbordan. Utilizan su tiempo para actividades productivas, no para jugar o para el ocio. Pero esto no significa necesariamente que sean superdotados”, argumentó Raspell.

Un claro ejemplo es Casey Wander, el niño kirchnerista. “Conozco a Casey desde sus dos años y no es un chico superdotado. Desde la panza, su mamá (argentina) lo llevaba junto a su padre (inglés) a todas las marchas del oficialismo. Su abuelo era montonero en la dictadura y si escuchás a sus dos hermanas, vas a identificar el mismo discurso y forma de hablar. Esto tiene que ver más que nada con lo que él mamó de chico en su entorno familiar y que repite a través de sus palabras. No es un pensamiento propio”, expresaron allegados al círculo familiar de Wander.

Tecnología y genio. Por su parte, el psicólogo Federico Lande, director junto con Raspell del Multiespacio en salud Ánima, manifestó que la tecnología no propició a los chicos superdotados, sino que aquellos niños con conocimientos tecnológicos excepcionales se perfeccionaron a partir de su uso. Y, a propósito, advirtió: “Hoy una computadora es una gran influencia y estimulación para el desarrollo de las capacidades del niño, siempre que su familia controle esa práctica. Ya que el acceso indiscriminado a la información cuando el chico no tiene las herramientas aún para transformarla en un conocimiento o en una experiencia personal, constituye un alto riesgo para lo que su psiquis está preparada a recibir”.

Porque así como existen los niños que, aparte de su recreación, potencian sus dotes a través de un uso medido de internet, también están aquellos que pasan cada vez más tiempo delante de la televisión y computadora, y suprimen por completo el espacio social donde necesitan jugar. “No es casual que en la actualidad haya chicos con grandes dependencias tecnológicas y que padezcan con frecuencia estrés infantil, una enfermedad antes exclusiva de los adultos”, concluyó Lande. Es que los niños nunca deben dejar de hacer cosas de niños, más allá de sus particularidades.

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