Por Martina Arenillas (*)
Perfilando deseos
La imagen resistió treinta años. La mujer más irresistible de la monarquía europea lucía un bikini apoyada sobre una roca y en brazos de Guillermo Vilas. La imagen resistió y su protagonista también, convirtiéndose, a la distancia, en un personaje definitorio de una generación que la recibió como una bocanada de aire fresco en un ambiente donde el rigor aristocrático imponía otras conductas.
Por eso, que Carolina de Mónaco se convierta en abuela –aun cuando su hijo no haya cumplido con el rito del casamiento –es una noticia que no afecta al mundo de la realeza como hubiera sucedido en otras décadas, pero sí despierta interés en la prensa del corazón. Que aquella figura pronto tenga un nieto, significa también que el tiempo es un reloj que no se detiene, que los años pasan para nobles y plebeyos.
Los papás de hoy
De esta manera es que Mónaco espera un nuevo heredero. A pesar de que parecía que la unión de Alberto II junto a Charlene iba provocar que la familia real se extienda, los más jóvenes se adelantaron: Andrea Casiraghi y Tatiana Santo Domingo, serán padres.
El fantasma y el reggaetón
La noticia quedó literalmente a la vista de todo el mundo el martes pasado, cuando la joven exhibió su embarazo de cinco meses en la entrega de los Premios Telva de Moda, en Madrid. Según los medios españoles, la pareja se lo había confiado a sus familiares antes de anunciar su compromiso, pero prefirió no hacerla pública para evitar revuelos. Y es que, a pesar del aggiornamiento de la casa de Mónaco a los nuevos tiempos y a décadas de escándalos que hicieron inimputable a la nueva camada, siempre hay lugar para las formas. “Me complace anunciar el enlace de mi hijo mayor, Andrea Casiraghi, con la señorita Tatiana Santo Domingo”, explicaba Carolina de Mónaco en el comunicado oficial a principios de julio, respetando al menos los tiempos debidos de nupcias, luego mbarazo.
A pesar de no ser miembro de la realeza, la futura mamá tenía todo para entrar en casa de los Grimaldi por la puerta principal. Nieta de un multimillonario colombiano, Santo Domingo se formó en las escuelas más prestigiosas del mundo, entre ellas, el Liceo de Fontainebleau próximo a París, ciudad en la que conoció a quienes se convertirían en sus cuñados, Pierre y Charlotte Casiraghi, que auspiciaron de celestinos. De esta manera, Andrea no dudó en presentar en sociedad a Tatiana al poco de conocerse.
Mantuvieron siete años de relación entre París, Londres y Nueva York y asistieron a los eventos más importantes del Principado. Por su parte, Andrea se caracteriza por lucir un estilo muy relajado que mezcla con el cumplimiento de las obligaciones que la sangre le exige. Ahora, a los 28 años, está a punto de convertirse en el nuevo “Andrea Casiraghi, padre”.
(*) La nota fue publicada en la edición impresa del diario PERFIL
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