Saturday 27 de April de 2024
DECO | 13-08-2013 09:56

Ciento diez años de soledad

Un matrimonio de franceses compró esta chacra en Chubut y empezó un minucioso trabajo de reconstrucción de la obra original, de principios del siglo XX. Espíritu patagónico y detalles de confort, con impronta e historia. Fotos.

Para mucha gente, vivir en Ibiza es algo así como un sueño realizado, un placer  permanente y una situación privilegiada. Imagine: un mar azul, playas que se suceden a cada cual más bella, glamour, un sutil toque de escenografías artificiosas. Es estar en el centro de la movida, el paraíso lúdico, con la naturaleza viva alrededor. ¿Quién abandonaría un lugar así si no fuera por un motivo insoslayable, definitorio?

Un matrimonio francés con más de dos décadas de residencia decidió, un día, construir allí una casa cuyos materiales y decoración provenían de la basura. Un concepto contracultural, un acto de rebeldía que tendría, más adelante, su correlato definitivo.

Un día, ese matrimonio, él constructor y ella decoradora, visitaron la Patagonia. Y fue amor a primera vista y para siempre. Ibiza ya había quedado atrás. Buscaron su  lugar en la tierra y encontraron en Epuyén su milagro personal: la finca Don Salim, una chacra centenaria cuyo propietario, un libanés llegado en 1902, hizo de ella la primera construcción de la zona y también fundó el primer almacén de ramos generales.

El matrimonio tomó fotos, realizó planos y recreó la casa idéntica a la original. La mujer, decoradora, trabajó la pintura para darle sensación de antigüedad: parece tener cien años. Las puertas y ventanas se hicieron a medida con la misma filosofía. Fueron recreados los 300 metros de superficie e historia. Más que un hogar, habían encontrado una vida allí, cerca de Epuyén, con una sensacional vista del lago.

La estructura interior fue modificada, unificando la cocina, el comedor, el living (con su infaltable chimenea) y el bar en un espacio de unos 380 metros cuadrados, muy similar a un loft, pero con una personalidad avasallante y sencilla a la vez. Como no podía ser de otra manera, prima la madera en casi todos los ambientes, pero tratada, para que emane pasado.

El mobiliario es simple, característico de la zona, y es el resultado de un preciso y minucioso reciclaje: hasta se recuperó la madera de ciprés del antiguo boliche para construir muebles. Otros fueron adquiridos en mercados de pulgas y en locales de San Telmo.

Pero el interiorismo, soñado y realizado, no es lo único que se destaca de esta propiedad. La chacra cuenta con una cancha de bochas, un pequeño green de golf, una casa para huéspedes –ya que suelen recibir muchas visitas–, un molino de  viento y espacio para varias ovejas y otros animales que conforman esta postal de belleza inusitada y tan diferente al sitio de donde esta gente venía.

La pileta merece un párrafo aparte: es lo que se dice hiperecológica, ya que el agua no tiene cloro y es alimentada con agua de perforación a fuerza de un molino. Todos los detalles fueron pensados para darle a esta propiedad, enclavada en una zona que es casi una sucursal del paraíso, una impronta muy especial y personal, lejana, en alma y distancia, de aquella Ibiza que evidentemente no llegó a atrapar sus corazones.

Mirá todas las fotos haciendo click aquí.

Texto: Gabriel Jacobo

Producción: Decotrendsonline.com

Fotos: Jade Sívori

Publicado en el suplemento Home del diario PERFIL.

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