El surf es, además de un “tema” decorativo de esta casa en San Vicente, el arte de domesticar al mar. Y este también parece ser el objetivo que se planteó Martín Gómez al concebir esta casa en L sobre un terreno de 140 m2. La idea era formular una serie de ideas coherentes sobre lo que es una vivienda marina, con equilibrio entre los espacios cubiertos y semicubieros, tal como se lo plantearon.
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Y desde allí es que surgió este proyecto, realizado en diez meses y con mucha pureza de líneas y simplicidad, además de una apertura sobre el entorno muy interesante. Un conjunto de “discreto lujo”, tal como lo define el arquitecto, en el que el surf es uno de los puntos centrales de la decoración. El conjunto tiende al aprovechamiento de todos los recursos y a disfrutar del placer del mar: se ubicó una habitación, una sala de estar, comedor, bar y cocina y también una habitación con vestidor y cuarto de baño, sumando otros ambientes equipados como cuartos de huéspedes.
Todos los espacios exteriores fueron concebidos con madera de pino nacional tratado, material noble que también se utilizó en las reposeras de la galería. El vidrio es el otro elemento central: su apertura tanto sobre el exterior como sobre el bosque vecino garantizan la presencia permanente de la luz natural.
El conjunto tiene la característica de su enorme apertura sobre el exterior: lo que indica que se trata de una casa que puede ser vivida, especialmente sobre un terreno en el que o falta nada. En los interiores, el pinto está pintado de blanco. Sí, una vez más, la idea de un lujo discreto, y una casa que es bien marina. Blanco y madera y mucha, mucha simplicidad y detalles que revelan la coherencia del proyecto.
El alma del hogar: cómo decorar con amor
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Texto: Sissi Ciosescu.
Producción: Catalina Arrechea.
Fotos: Alejandro Mezza para el estudio de Martín Gómez (www.martingomezarquitectos.com).
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