Thursday 2 de May de 2024
CUERPO & ALMA | 31-12-2012 00:00

Fin de año: el efecto balance

Corren los días, corren los años, corre la gente, a fin de año crece la angustia y ansiedad.

Por Ofelia Salgueiro (*)

Diciembre no nos alcanza. La agenda para anotar todos los eventos que aparecen, nos sentimos exigidos, comprometidos y el tiempo no nos alcanza.

Muchos en estos momentos tienen un pensamiento mágico en el cual piensan que cambiar de año implica resolver los problemas. Lo que más nos cansa y abruma a fin de año no son las tareas en sí mismas, sino los temas emocionales que rodean a estos días que nos hacen perder el equilibrio.

A medida que nos vamos acercando a fin de año, inevitablemente comenzamos a pensar en cómo nos fue, qué hicimos este año, y comenzamos a realizar el balance. Y esta evaluación va a estar en relación con los cristales con los que cada uno use para ver el mundo y a nosotros mismos: o sea si tendremos una mirada positiva o negativa de las cosas que hicimos. Muchos tendemos a ver lo que nos faltó y no lo que logramos.

¿Cuantas veces ponemos foco en lo que no tenemos y en lo que deberíamos tener en vez de ver todas aquellas cosas que nos propusimos y logramos?

Solemos dimensionar las cosas que nos faltan realizar y minimizar las que hicimos.  La mirada negativa tiende a desanimarnos, ya que focaliza nuestra evaluación en lo que nos falta. En toda evaluación es importante ver en primera instancia qué cosas logramos para así después hacer una revisión de que nos faltó realizar para aquellos objetivos que no cumplimos, y si aun siguen interesándonos para proponérnoslo para el año próximo.

Las críticas y reproches no suelen ser muy productivas para lograr cambios, sino por el contrario suelen tirarnos para abajo y dejándonos en un reproche interno poco productivo. Pensar que siempre se pueden lograr y que siempre podemos volver a proponérnoslo el año próximo es productivo porque nos deja con una mirada alentadora.

Con la culminación de cada año aparecen nuevos objetivos, metas, desafíos, se abren nuevos caminos, nuevos sueños a cumplir. Es importante poder reconocer los objetivos cumplidos y metas logradas, esto mismo es lo que nos dará la fuerza y energía para los futuros proyectos.

A fin de año aumenta el número de consultas porque conjuntamente con el efecto balance de fin de año vienen las fiestas, momentos en los que suelen ser para encuentros familiares. ¿Y qué pasa cuando nos llevamos mal con nuestra familia, o cuando perdimos ese año a un ser querido? ¿Qué pasa con aquellas personas que se encuentran solas? Las emociones tienden a desestructurarse, aumenta el stress, los niveles de angustia, aparecen las recaídas y los sentimientos de soledad.

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Si bien muchos disfrutan de este momento festivo y valoran ya que es una excusa para reunirse con los afectos, otros en cambio, no lo viven así. Las fiestas ponen de manifiesto todos aquellos conflictos que parecían no verse o sentirse. Los vínculos más cercanos son los más cuestionados.

Tenemos nuestros ciclos, nuestras estaciones, se cierra un ciclo y comienza otro. Evolucionar cíclicamente significa que ciertos temas retornan en el curso del tiempo, a medida que volvemos a nuestras escenas del comienzo tenemos la oportunidad de pasar nuevamente de una forma mas adecuada para nuestras vidas.

Con cada nuevo ciclo podemos usar la oportunidad de reparar, mejorar y aprender. El cambio es una solución a nuestras vidas, pero acostumbrados a realizar siempre la misma actitud o conducta el cambio puede llegar a ser vivido por nosotros como amenazador, nos asusta ya que implica hacer las cosas de manera diferente a la que estabamos acostumbrados.

* Integrante del equipo profesional del Instituto de Psicología Argentino (INEPA)

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