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ACTUALIDAD | 26-03-2016 08:25

Juliana Awada tuvo a su cargo la diplomacia paralela

La primera dama lució espléndida, pero hay especialistas que creen que faltó preparación.

Por Julieta Mondet y Agustín Gallardo *

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La edición online estadounidense de la revista Vogue llegó a compararla con Jackie Kennedy. Y los elogios por su estilismo se replicaron. Aunque le valieron que la revista Noticias la definiera como objeto decorativo, término que no gustó ni a ella ni a Macri. Se sabe, una foto del Presidente ilustra una nota sólo en política. Una con ella va a tapa. Juliana Awada es más que consciente de ello. Pero enojada sostiene que tiene mucho más que aportar que el mero hecho de ser “compañía”.

Y esta semana tuvo su prueba de fuego como primera dama en lo que fue para el Gobierno la actividad oficial mediática más importante desde la asunción: la visita de los Obama. Esta fue la oportunidad y la plataforma perfecta para exhibir un perfil más amplio de Juliana. Un desafío difícil de sortear si a la presión interna se suma la internacional, y en especial la que parece importar a Macri, la de Estados Unidos.

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Así fue que en medio de una gran expectativa Juliana fue la encargada de recibir a su par estadounidense en el Centro Metropolitano de Diseño en Barracas en lo que fue la actividad principal de las mujeres. Alta, espigada, con grandes ojos y una sonrisa perfecta lució, aunque algo nerviosa, como si hubiera nacido para las cámaras. Eligió un traje blanco que armó con prendas de distintas firmas argentinas. “Se mantuvo dentro del estilo minimalista. Colores de la paleta primaria y peinado recogido que deja total protagonismo a su belleza. La elección del color resultó un acierto ya que, como buena anfitriona, legó el foco de atención a su invitada de lujo”, describió la asesora de imagen Kiki Fernández. Así se presentó Awada, a quien le tocó subir al escenario y por primera vez hablarle a un auditorio de 400 jóvenes, el mismo que más tarde encandilaría una entrenada y carismática Michelle Obama.

“La presión que tenía se manifestó en su discurso. Lamentablemente no la prepararon para semejante desafío. Leyó un texto que contenía preguntas retóricas, desaconsejadas por cualquier profesor de oratoria, figuras poco elaboradas y argumentaciones enrevesadas”, explicó el especialista en comunicación y lenguaje no verbal José María Saráchaga. En la misma línea, el director de Surreal Marketing Marcelo Sorzana agregó: “Es muy difícil cumplir con el rol que le tocó no habiendo sido preparada para ello. Lleva mucho tiempo y entrenamiento aprender a comunicarse con tu audiencia. Michelle lo tiene, se preparó, es una self made woman. Para estar ahí se hacen cursos de programación neurolinguística, geopolítica, teatro y motivación. Y en Michelle eso se nota. Tiene técnicas para llegar a su audiencia. En cambio, Juliana terminó siendo una presentadora”. Saráchaga lo resume en una frase: “Nadie nace con tonos, hay que salir a comprarlos. La forma de hacerlo es con trabajo”. Algo en lo que ambos coinciden es en que eso fue lo que le faltó a Awada.

“Nadie le corrigió la lectura, que además era innecesaria. Un discurso leído de tres minutos hubiera sido fácilmente superado por uno ‘improvisado’ de un minuto donde simplemente dijera lo mismo sin las aclaraciones y ejemplos agregados con calzador. Una estructura simple, un final contundente practicado mil veces para que salga natural, fluido y sin nervios”. Su accionar pareció además haberse regido por sus emociones: “Se notó en el beso que le dio a su hija mayor cuando bajó del estrado para dejar paso a Michelle. Ahí hubo emoción genuina. Creo que hizo lo que pudo, que subestimaron la situación, se recostaron en su belleza y simpatía natural y la pusieron a jugar con la número uno. Guste o no, Michelle Obama lleva años de entrenamiento y logra llegar a su público”, reflexiona el especialista Sorzana.

* Nota publicada en la edición impresa de DIARIO PERFIL

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