A veces, nos conformamos con darles forma y pintarlas, pero esto no es suficiente para tenerlas lindas y, sobre todo, sanas. En su estado óptimo son de un color rosado y tienen un laminado liso y brillante. Hay tres aspectos que no deben descuidarse para lograrlo: limpieza, humectación y alimentación.
Limpias y prolijas
- Las manos transportan bacterias y éstas se localizan también debajo de tus uñas, por eso la limpieza es fundamental. Para lavarlas, utilizá un cepillo de cerdas suaves, pero rígidas, ya que si están muy gastadas te pueden lastimar.
- Para mantener la limpieza usá regularmente alcohol en gel o productos antibacteriales que tengan propiedades humectantes.
- Es preferible limarlas con cuidado antes que cortarlas. El limado debe hacerse en un solo sentido para aportar un pulido brillante y eliminar las estrías. Evitá las limas de metal porque pueden romper las uñas.
- Si vas a cortarlas, hacelo después de bañarte ya que el agua las ablanda y te facilita la tarea.
Hidratadas y protegidas de agentes externos
Claves para lograr una logenvidad saludable
Al colocarte crema o loción en las manos, no olvides masajear con cuidado tus cutículas y uñas. Es importante humectarlas con frecuencia –al menos una vez al día- porque se encuentran muy expuestas a las agresiones externas: contacto directo con químicos, detergentes y contaminantes, al igual que los cambios de temperatura y la radiación solar.
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También es recomendable que una vez por semana realices una exfoliación en los dedos para ablandar las cutículas, atenuarlas y eliminar las molestas “pielcitas” del contorno de las uñas.
Empoderada al fin
Cuando te pintes las uñas, usá previamente una base protectora. Esto evita que el contacto directo con el esmalte les cause sequedad.
Tip casero: sumergí tus uñas en aceite de oliva templado, esto las ayuda a nutrirse y fortalecerse.
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Buena alimentación para unas uñas fuertes
La alimentación es un factor fundamental para evitar las uñas quebradizas. Si las notás secas o frágiles, es probable que no estés incorporando a tu dieta la cantidad necesaria de vitaminas A, B o E. Esto también puede deberse a la falta de hierro o calcio.
Que no falten en tu dieta huevos, lácteos, cereales, legumbres, carnes (pollo, ternera, cerdo), pescados (salmón, atún), vegetales (espinaca, acelga, zanahoria, calabaza, papas, brócoli, espárragos, tomate), frutas (melón, kiwi) y frutas secas (semillas de girasol, avellanas, almendras) que van a aportarte los nutrientes necesarios.
Asesoró: Belén Couso para “365 días de manos limpias”
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