Por Agustín Gallardo
Perfilando deseos
Estilo propio. Quizá lo más difícil de lograr en ese universo que integran mujeres con dinero y poder que están sometidas a jurados de la moda –profesionales y de ocasión– durante las 24 horas. En las distintas monarquías, varios integrantes lo han vivido.
Carolina de Mónaco, aún hoy convertida en abuela sigue siendo un parámetro de belleza a seguir a pesar de que no siempre acierte con los diseños que elige. Lo mismo sucede con su hija, Charlotte, quien ya ha sido portada de la edición francesa de Vogue y es embajadora de una de las líneas de Gucci. Las españolas no han llegado a ubicarse en ese segmento aunque la llegada de la plebeya Letizia contribuyó a potenciar la fama de diseñadores ibéricos. Y en el punto más alto se encuentra la fallecida Lady Di, objeto de deseo de las marcas internacionales porque todo lo usado por ella era garantía de venta a futuro. La casa Christian Dior vivió esa situación cuando ella apareció con una cartera matelaseada y con las letras “DIOR” como detalle: al día siguiente, las distintas sedes de la maison tuvieron que abrir listas de espera para cubrir la demanda mundial de ese producto que luego se convirtió en un clásico que reeditan año a año.
Los papás de hoy
Por eso, Holanda no podía permitirse quedar fuera de esa vidriera universal que habilita tener una mujer que marca tendencia. Y allí está la argentina Máxima, quien el 30 de abril se convirtió en bandera del diseño holandés de Alta Costura con dos creaciones de uno de sus talentos: Jan Taminiau. El vestido azul en particular, recorrió el mundo y eso ayudó a abrir los archivos del vestuario de Máxima desde su llegada a la corona de Orange-Nassau.
El fantasma y el reggaetón
Por eso, la edición holandesa de Vogue publicó un suplemente especial en su edición de mayo con una foto de Máxima con el título: El nacimiento de una reina. Dentro de esa publicación, además, se exhibieron algunas imágenes inéditas de la “reina argentina” que conquistó a los holandeses, del barrio de Palermo, y también de lo que ellos llamaron “Mi ciudad”, en referencia a Nueva York, donde Máxima se instaló para trabajar en la banca internacional y donde conoció a Guillermo.
Publicada en DIARIO PERFIL del 4 de mayo.
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