Thursday 18 de April de 2024
CUERPO & ALMA | 08-01-2018 12:00

Levantá la autoestima y animate a todo

Cuatro consejos para decirle sí a la bikini y sentirse plena.

No sé si les habrá pasado, pero normalmente cuando dejas de ir al gimnasio, pasados unos meses, empezás a quejarte de tu cuerpo y ni hablar si se aproxima la fecha en la cual tenés que ponerte la bikini.

Que estas gorda, que estas fofa, que los brazos flacos, etc. Entonces llega el día en que la queja es tan grande, que te decís: “Si no hago nada voy a seguir quejándome”. Y vas al gimnasio. Una vez, dos veces, y te mirás al espejo, y decís “Me veo mejor”.

Biológicamente eso no es posible. El cuerpo no puede experimentar una transformación visible al ojo humano, por haber hecho ejercicio una o dos veces. Sin embargo, ahí está el espejo, ahí estoy yo, y no hay duda, de que me veo mejor.

El lenguaje corporal: sos lo que trasmitís

Las personas con baja autoestima en el plano físico tienden a transmitirlo. Yo tengo una amiga que pesa unos 120 kilos, y cada vez que la veo, en lo último que se me ocurre pensar es en su gordura. Ella tiene una actitud, que hace que yo vea cualquier cosa menos su gordura. No estoy diciendo que no vea su cuerpo, sino que no veo gordura en ella. Veo una mujer sexy, porque ella es sexy. Por lo tanto, si bien tener un lindo cuerpo es importante, lo que transmitís con tu cuerpo, es más. Si tu bikini no te queda como el año pasado, vos elegís en qué pensar. En todo lo malo, o en la forma de cambiar algo. Usá tu bikini con actitud y vas a ver los cambios de inmediato.

Vos, tu peor enemiga

Las opiniones que tenemos sobre nosotros mismas, y sobre el mundo, viven en nosotras. Salen de ver el mundo con las lentes de turno. Eso se conoce como juicio. Que la habitación mide 4 x 6 es una afirmación. Que la habitación es grande, es un juicio. La primera es demostrable, la segunda no. Podría ser una habitación pequeña comparada con otro departamento.

Lo mismo sucede con los juicios que hacemos sobre nuestro cuerpo. Peso 70 kilos es una afirmación. Estoy gorda es un juicio. Tengo 50 años es una afirmación. Ya no estoy para bikini, es un juicio.

¿Qué hacemos entonces con estos juicios? Resulta que los juicios, por más que sean opiniones, pueden ser más o menos fundados. Y existe una forma de saber si son fundados o infundados. Fundando el juicio opuesto. Esto da excelentes resultados.

Resulta que vos decís “la bikini me queda mal”, entonces el juicio opuesto podría ser “la bikini me queda bien”. Ahora, buscá tres afirmaciones que sustenten el juicio opuesto. Recordá que la afirmación, no son opiniones, sino hechos.

Siguiendo con el ejemplo, voy a fundar el juicio “la bikini me queda bien”. Y busco alguna afirmación. “El año pasado en la playa un hombre se detuvo a conversar conmigo porque le gustaba mi cuerpo”. Esto es un hecho, no es una opinión. Sigo buscando “Mis amigas dicen que tengo lindo cuerpo”. Si bien son los juicios de tus amigas, es un hecho porque te lo dijeron.

Cuando más hechos o afirmaciones tengas, y que funden al juicio opuesto, empieza a desconfiar de las opiniones que tenés sobre vos misma. Al principio tal vez sientas que esto no funciona, e inconscientemente vas a buscar la forma de seguir pensando como antes, porque el cerebro se resiste al cambio de creencias. Pero recordá, si fundaste el juicio opuesto, el juicio original es infundado.

 No necesariamente tenés que coincidir con los mandatos sociales

Debido a la exigencia de la sociedad, y los patrones de comparación cada vez más perfectos, verse bien físicamente se ha vuelto una tarea bastante desafiante. Este mismo cuerpo que tenés ahora, hace 30 años atrás hubiera sido mucho mejor de lo que crees hoy. Entonces, siempre tienes la libertad de poder desafiar los mandatos sociales y sentirte a gusto con tu cuerpo.

 ¿A quién le importa?

Si no podés desafiar los mandatos sociales, si crees que no podés lograr transmitir buenas señales no verbales, y si no podés desafiar tus juicios, te queda esta opción:

Vos podés ver que la bikini no te queda bien. Un señor 20 años mayor que vos, puede opinar lo contrario, así como un joven de 20 años menos algo intermedio. Te empezás a fijar en todas las personas de tu entorno, y todos tienen una opinión diferente. Si esto es cierto, ¿a quién le importa cómo te ves si todos ven algo distinto?

La pregunta que todos, hombres y mujeres, tenemos que hacernos es ¿Para qué quiero verme tan bien? Ni por qué ni por quién, sino para qué. Dicho de otro modo, ¿qué quiero alcanzar al verme bien?

Cuando encuentres la respuesta, estoy seguro de que algunos de los 3 puntos anteriores te van a servir.

Axel Persello

Trainer en PNL y Coach Certificado

Directo de IAFI

www.pnliafi.com.ar

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