Thursday 28 de March de 2024
CUERPO & ALMA | 14-01-2018 10:00

La desgracia de elevarse sobre los otros

¿Existen personas trepadoras? ¿Crecer para algunos implica ocupar espacios y arrasar con lo que se presenta en el camino?

Por: Guillermina Rizzo (*)

Tomás es un amante de las plantas, atesora macetas, diseña sus propios canteros y asegura vivir en un pequeño paraíso. No hay semillas que se resistan, pues al poco tiempo de ubicarlas en algún sitio y dispensarle los cuidados necesarios, comienzan a florecer.

Fertilizantes, tijeras de podar, son instrumentos de uso cotidiano, aunque está preocupado por la enredadera. Como toda planta trepadora, creció rápidamente y ha cubierto la totalidad de la casa, pues esa es precisamente su característica.

Si bien le aporta humedad al ambiente y en épocas de floración se percibe un agradable aroma, alberga una cantidad de insectos que destruyen poco a poco el resto de su jardín, a la vez que impide que otras especies crezcan en los alrededores.

¿Existen personas trepadoras? ¿Crecer para algunos implica ocupar espacios y arrasar con lo que se presenta en el camino?

Trepar significa subir a un lugar elevado, a veces de difícil acceso, valiéndose generalmente de pies y manos; en el caso de las plantas es necesario una pared, reja o elemento que sirva de soporte. Con las personas, en ocasiones y especialmente en ámbitos laborales, se da un efecto similar, puesto que, de forma inescrupulosa, se valen de cualquier medio o “escalón” para prosperar.

Conocidos como “arribistas”, apelan a todo para lograr su cometido en un corto plazo, la ansiedad es una nota distintiva. Seductores, aduladores, se valen del engaño y de rasgos cautivantes trepándose y enredando a todo cuanto hay a su paso; compañeros inteligentes, aunque de perfil bajo y jefes vulnerables son los peldaños que pisotean en su afán por crecer.

Simpáticos y comedidos, graciosos y divertidos se muestran generosos, pululan buscando lugares de privilegio sin tiempo que perder o instancias que superar, la particularidad es que saben detectar en una estructura quienes detentan el poder para ganarse su beneplácito y confianza.

La ciencia los define como seres vacíos, con muy poco para ofrecer, obviamente como persiguen resultados en lapsos breves, no se distinguen por haber cursado largos estudios ni atesoran logros académicos.

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Como las plantas trepadoras no les importa corromper o destruir lo que hay a su paso, y al igual que dicha especie, que al cabo de un tiempo sirve de morada para insectos, las personas trepadoras albergan sentimientos de inseguridad, envidia y resentimiento.

El “trepa”, como se lo conoce vulgarmente, ávido de atención, aspaventoso, con escasa capacidad de análisis y egocéntrico, concentra sus energías en impedir que otros crezcan a su alrededor, generalmente termina enredándolos en sus propias ramas.

Para el trepador muy lejos está el lograr resultados y metas de forma honesta, pues para ello es necesario conocer las propias capacidades y también limitaciones; fijar objetivos claros y realizables, instancias que evitarán frustraciones y redundará en el aprecio y el respeto de los otros.

Nadie está exento de cruzarse con este tipo de especie, habrá que ser precavido, prudente y paciente, las artimañas y mentiras no se pueden sostener por largo tiempo. Evitar el contagio, no caer en el juego y sobre todo permanecer con los ojos abiertos preserva de terminar convertido en el próximo escalón a ser pisado. Mantener la calma permite advertir la presencia de estas personas que trepan y enredan; tal vez allá que cortarla de cuajo o bien alejarse, pues sabemos que también para trepar a una roca, un reptil siempre se arrastra.

(*) Dra. en Psicología. Columnista en medios de comunicación. Twitter @guillerizzo

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