Friday 26 de April de 2024
CUERPO & ALMA | 28-08-2016 09:00

Hogar, amargo hogar

Atravesar el umbral de la casa implica enfrentarse con aspectos disfuncionales.

Dra. Guillermina Rizzo

“Home sweet home” es una frase perteneciente a una canción del repertorio de una obra teatral estrenada en Londres en 1823, cuyo autor fue el norteamericano John H. Payne; traducida al español “Hogar, dulce hogar” es la expresión que se plasma en letreros y alfombras en las entradas de casas, departamentos a modo de bienvenida.

Retornar al hogar luego de un viaje nos remite casi a volver al “paraíso” construido por uno mismo, por el contrario ¿qué sucede cuando hombres y mujeres se sobrecargan de tareas y compromisos para evadir el retorno?, ¿en qué momento el “hogar dulce hogar” se convierte en un campo minado que es preferible eludir?

Extender la jornada de trabajo, participar en comisiones de instituciones diversas, permanecer más tiempo del recomendable en un gimnasio, prolongar el encuentro con amigos luego de la oficina, se tornan en rituales con el simple objetivo de evitar el encuentro con aquello que provoca disgusto, cuando lo esperable sería desear el retorno al hogar para compartir momentos agradables preludio al tan merecido descanso.

Atravesar el umbral de la casa implica enfrentarse con aspectos disfuncionales: la cena se torna en una letanía de reclamos a veces certeros, niños y adolescentes permanecen abstraídos frente a una pantalla donde las imágenes o juegos son más entretenidos -y con razón- que la pelea cotidiana, tareas no realizadas, una citación escolar, y descartemos de la escena si el estado económico no es del todo favorable, lo cierto es que el regreso al hogar conecta con situaciones que más de uno querrá evitar. Ni el exceso de trabajo, de reuniones, de actividad física resolverán la situación, mucho menos sirve un televisor como mediador de problemáticas o generador de conversaciones banales, indudablemente cuando el hogar está más cercano “a la guerra de los Roses que a la Familia Ingalls”, y se ha convertido en fuente de angustia, las esquirlas comienzan a herir a sus integrantes a tal punto que se relacionan desde la indiferencia y el mutismo. La señal de alerta lejos está de apagarse, y es momento de establecer una pausa y emplear nuevas estrategias para generar un cambio.

Decía Confucio “quien volviendo hacer el camino viejo aprende el nuevo, puede considerarse un maestro”, y sin dudas emprender cada día el camino de regreso al hogar demandará cierta maestría y se convertirá en un nuevo desafío que conlleva un cúmulo de acciones nada sencillas, pero que con buena voluntad y el correr de los días pueden resultar gratificantes.

Lo primero será tomar conciencia del problema y estar dispuesto a resolverlo, sabiendo que se deben quebrar esas ideas preconcebidas que impiden albergar la posibilidad de cambio; cada integrante de la familia de acuerdo a su rol y a su edad deberá asumir la responsabilidad que le corresponde, no sea cuestión que sean los más pequeños los que más esfuerzo deban volcar a la solución, pues los adultos tienen responsabilidades ineludibles a la hora de generar el clima propicio dentro del hogar. Está comprobado que un pequeño cambio individual provoca grandes cambios y positivos en el entorno; a veces pronunciar una palabra diferente, abordar los conflictos cotidianos desde la paciencia, suspender sorpresivamente la última reunión de la agenda y regresar con un postre para “endulzar” una conversación familiar lejos de televisor, además de interrumpir la monotonía disparadora de conflictos pueden obrar milagros a la vez que encienden una luz de esperanza.

Twitter: @guillerizzo

Galería de imágenes

En esta Nota

Comentarios