A los 15 años, Bae So-young decidió adoptar un aspecto masculino tras sufrir un intento de violación. Pensó que si su apariencia era de hombre, estaría protegida frente a posibles ataques, por lo que cambió su pelo, su forma de vestir y hasta su voz.
Esta trabajadora de aduanas quería recuperar su aspecto femenino, por lo que se presentó a la cuarta temporada de un programa de televisión muy popular en su país, Let me in, en el que a golpe de bisturí transforman el rostro de los participantes.
La joven se sometió a nueve procedimientos distintos para esculpir sus facciones según el canon de belleza coreano. Entre otras cosas, le hicieron una doble reducción de mandíbula, una rinoplastia, un lifting, una ortodoncia completa y cirugía de pómulos y de ojos.
El cambio ha sido tan notorio que al mostrarse en directo en el programa tras las operaciones, sus padres no se creían que fuera su hija la que tenían delante.
Cientos de miles de jóvenes se someten cada año a operaciones de cirugía plástica en Corea del Sur. La fiebre por la estética es tal que existe otro reality para devolver su aspecto normal a personas que se han pasado con el bisturí.
Según la Sociedad internacional de cirugía plástica y estética, en 2013 se realizaron más de 23 millones de procedimientos cosméticos quirúrgicos y no quirúrgicos, el 87% de ellos en mujeres. Las operaciones más solicitadas fueron aumento de pecho, liposucción, blefaroplastia (cirugía de los párpados), lipoestructura y rinoplastia y entre los no quirúrgicos, tratamientos de botox, rellenos y depilación láser.
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