Friday 26 de April de 2024
DECO | 08-10-2012 15:24

Una estética que luce su filosofía

En la falda del cerro Otto, en Bariloche, esta casa artesanal que se apoya en estructuras de madera muestra un collage de objetos y materiales reciclados. Fotos.

Cuando se invita a imaginar la casa de sus sueños sin connotaciones mercantilistas, no son pocos los que describirían un acogedor chalet de madera en la ladera de una montaña, con un pequeño bosque, árboles frutales, y un espejo de agua en el horizonte.

En el barrio Alto Jardín Botánico de Bariloche, descansando sobre la falda del cerro Otto y con el lago Nahuel Huapi como paisaje de fondo, esa casa existe: fue soñada y erigida en 2004, tiene 132 m2 cubiertos sobre un lote de 680 y todavía está en artesanal construcción, ya que aún le falta el deck, un baño en la planta alta y algunos espacios generosos.

El living, la cocina y el comedor están integrados en un gran ambiente donde predominan la madera y los muebles reciclados en un atractivo mix de estilos, y las esculturas del dueño de casa. Grandes ventanales aseguran la luz.

Allí viven Desiree, que se dedica a la gastronomía, su esposo Marcelo, que es escultor, y sus hijos Antu, de 8 años, y Gaspar, de 6. La estructura de la casa es de madera, y parte de ella está basada sobre pilotes, por la pendiente propia del terreno.

Las aberturas pueden definirse como eclécticas. Las ventanas son de aluminio, por su hermeticidad, y las puertas –de madera y antiguas– fueron siendo adquiridas de a poco como sobrantes de otras obras y en compraventas “de corralón”.

Un gran ventanal de doble vidrio que da al living funciona como un imán para la luz exterior. La idea, cuenta Marcelo, era hacer una casa con materiales simples, recuperando y reciclando lo más posible, ya sean muebles o maderas, con el fin de hacer un lugar vivible por niños sin temer a los rayones y el deterioro, generando conciencia ecológica y abaratando costos.

El proyecto estuvo a cargo de la arquitecta Mariel Trigos, quien tiene su casa construida con el mismo sistema de pilotes y estructura de madera, y se buscó generar espacios amplios con mucha luz natural.

El resultado fue satisfactorio para la familia: “Tenemos dos hijos varones y en invierno no se puede utilizar mucho el exterior por el rigor del clima, así que el living, que está integrado en un solo ambiente con la cocina y el comedor, sirvió como circuito de juegos a medida que iban creciendo”, dice Marcelo, cuyas esculturas embellecen varios ambientes y que produce en su taller de las planta alta, que utiliza toda la familia para hacer diversas manualidades, lo que denota una filosofía de vida más que un concepto estético.

No te pierdas la galería de fotos.

Textos: Gabriel Jacobo.

Producción y fotos: Mercedes García Baltar.

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