Todo lo que tenés que saber sobre la masa madre
Fue una de las reinas de la pandemia, debido a la necesidad de comer saludable y del tiempo extra para poder prepararla en casa. Te contamos sus secretos.
Hace tiempo que las acciones de la masa madre vienen cotizando en alza, de la mano de una ola por lo saludable y natural pero con la pandemia su estrellato terminó de consolidarse. De hecho en Google, las búsquedas de “cómo hacer pan con masa madre” prácticamente se triplicaron desde el principio del aislamiento en la argentina.
La masa madre se hace con harina, agua y la propia interacción entre microorganismos presentes de la mezcla, y es un fermento natural para elaborar pan. Años atrás, se solía hacer panes con masa madre, pero con la invención de la levadura comercial al final del siglo 19, la tradición de hacer pan con masa madre comenzó a desaparecer.
La diferencia con la levadura es que las primeras trabajan a partir de la fermentación alcohólica, mientras que la masa madre lo hace a partir de una fermentación láctica. Esto brinda un aporte nutricional diferente, logrando panes que ‘caen mejor’ al organismo. Entre las principales ventajas del uso de masa madre en la elaboración del pan se encuentra la mayor intensidad de sabor y frescura; la mejor conservación -la acidez de la masa protege el pan de la aparición de mohos y bacterias-; y, finalmente, una mejor digestión, ya que con las fermentaciones naturales y largas se pre digiere al máximo el cereal, aumentando la disponibilidad de sus nutrientes.
La masa madre presenta muchas particularidades y variantes, en gran medida determinados por las características de cada uno de los lugares y de las materias primas que se utilizan.
En busca de la Masa Madre, el concurso
Las más de 2400 masas madres registradas a nivel global se lograron a través del concurso “The Quest for Sourdough” (O en busca de la Masa Madre) que comenzó hace 3 años atrás donde las personas pueden registrar su Masa Madre en la base de datos y de donde desde allí se comenzaron a sacar estadísticas y tendencias, logrando una buena evidencia sobre cómo las características de la tierra inciden en los tipos de masa madre.
“En el análisis, parece que los sabores específicos están vinculados a una región en particular. Un claro ejemplo es la presencia muy destacada de notas aromáticas que se encuentran en la Masa Madre de cereales en países de Europa Central como Alemania, Polonia, República Checa, Eslovaquia y Suiza. Las harinas como el centeno y la espelta, por ejemplo, tienen sabores fuertes que permanecen presentes en la masa madre”, señala Karl De Smedt, director de la Biblioteca y experto de Puratos.
Aunque aún no se cuenta con evidencia científica acerca de cómo el terruño impacta en el sabor de la Masa Madre la información recopilada ha establecido algunos patrones para tener en cuenta.
“Nos encontramos con masas madre realizadas a 1500 metros por encima del nivel del mar que contienen características de la misma levadura y que no aparecen en otras que están hechas a nivel del mar. Pero todavía no entendemos por qué”, admite Karl.
“Sabemos que masas madre que están hechas en climas calurosos, con temperaturas de entre 30 y 35 grados, van a tener aromas más lácticos; en países como Alemania, donde la temperatura media del año está entre los 20 y 25 grados, encontraremos más ácidos acéticos y un aroma más agresivo, como de vinagre. El sabor típico de la masa madre de San Francisco, por ejemplo, donde la temperatura ambiente en buena parte del año oscila 18 y 20 grados, es de carácter acético”, describe Karl. Como hipótesis de conjunto, “hemos observado que las bacterias lácticas heterofermentativas, que producen ácido láctico y otras sustancias, prefieren temperaturas de entre 20 y 25 grados, mientras que las homofermentativas, que producen sólo ácido láctico, prefieren entre 30 y 35”, explica.
La Argentina aportó 35 masas madre al concurso y la conclusión que surge de este grupo es que predomina un perfil de masas más fermentadas, lácticas y afrutadas. No es exactamente así en el resto de Sudamérica, donde al predominio del sabor fermentado casi lo iguala la impronta del cereal, seguido del afrutado y el ácido.
La masa madre no necesita una edad mínima para poder inscribirse en el concurso. Pero para poder tener su lugar en la Biblioteca sí: necesita un mínimo de entre cuatro y cinco años, además de que debe estar elaborada sin levadura y “starters”. Para estar seleccionada tiene que tener un perfil de sabor especial y diferenciado de lo que ya existe, tener una historia única, por ejemplo que se haya transmitido de generación en generación, o ser utilizada para elaborar panes especiales.
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