Bebés: cómo transitar la angustia del octavo mes
Por Sol Argüelles, puericultora. Es un momento complicado para la vida de la mamá porque su hijo se siente muy vulnerable y la necesita todo el tiempo.
Esta etapa empieza alrededor de los ochos meses, cuando el bebé empieza a comprender que él y su mamá son personas diferentes. Los primeros 9 meses él bebe atraviesa la exterogestación, decimos que termina de gestarse fuera del útero y necesita mantener las mismas condiciones que tenía en el (contacto, comunicación, alimentación a libre demanda, sueño sin pautas) sobre todo presencia, el final de la exterogestación se relaciona con la crisis de separación. Al comenzar a comprender esto le genera angustia, le duele, como si fuera un dolor físico. Lo hace sentir vulnerable, indefenso y por eso requiere mucha atención, sobre todo de su mamá. El miedo a que mamá desaparezca.
En este periodo de aprendizaje y crecimiento, el bebé no quiere estar con otra persona que no sea su mamá o figura de apego. Se desespera cuando no está a la vista, sea para ir al baño, a la cocina o trabajar. No quiere dormir solo en la cuna y suelen despertarse con más frecuencia para corroborar que la mamá esté a su lado.
Esta etapa se puede manifestar de varias formas, un ejemplo es cuando la mamá se va de casa, él ya hace manifestaciones de desagrado, puede llorar porque no quiere que se vaya; por eso es importante que la persona que lo cuide sea conocida y lo pueda calmar, contener, ayudar a poner en palabras sus emociones.
Muchas veces, por más que queramos nos resulta imposible estar día y noche pegados a nuestro bebé y es importante anticipar las situaciones de separación. Si vamos al baño o salimos de casa por un tiempo largo, hay que avisarles que mamá se va, pero va a volver. Lo que no debemos hacer es salir a las escondidas para evitar que llore. Si nos vamos de esa manera, él no sabe que nos fuimos y mucho menos, que vamos a volver.
Otro punto muy importante es que la persona que se quede a cargo del bebé, debe ser de completa confianza, porque eso se lo transmitimos. Idealmente, el proceso de ir dejándolo debe ser paulatino, para que tanto el bebé como el cuidador generen la seguridad necesaria.
¿Cuánto dura? Es un proceso madurativo, no es ni un mes, ni un año. Cada niño es distinto al otro. Respetemos los tiempos de cada uno, acompañemoslos con mucho amor para que les sea más llevadero.
* Sol Argüelles, Puericultora (@solarguelles.puericultora)
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