Friday 26 de April de 2024
CUERPO & ALMA | 05-05-2019 11:23

Cuando las preocupaciones no te dejan disfrutar el presente

Anticiparse antes de tiempo. El alivio de no poder adivinar lo que sucederá.

Por Enrique Rosa Alabaster (*)

Voy a encontrarme con alguien que no conozco e imagino como puede ser.  Falta un tiempo, pero vale la pena anticipar mis vacaciones, imagino como serán, sin embargo, no sé en qué condiciones estará mi relación con mi amigo.

El costo del pasaje y los pagos, la inflación puede hacerlo inmanejable… ¿No tendrá más sentido esperar y no hacerlo hasta estar seguro? o ¿“hay que vivir el presente” ?, pero esta idea, por más que me hizo dejar mi número de tarjeta no hizo más que hacerme pensar más y más en el viaje, en la economía, en mi trabajo, y también en mi pareja. Todo parece sombrío y la opción quizás sea no pensar, o no hacer.

Necesitamos siempre ir anticipando escenarios para poder vivir, y eso lo usamos de manera positiva, constantemente. El inconveniente es que, en muchos casos, la anticipación conlleva una carga de angustia que puede convertir esa experiencia a tal punto displacentera que obligue a detener la acción.

Vivir es ir anticipando. Al mismo tiempo, situarse en un tiempo por fuera del actual, puede generar mucha angustia. En realidad, la angustia nace de la ilusión que nos hace creer que podemos controlar ese futuro y que, de alguna manera, hay algo que deberíamos estar haciendo y a la vista del resultado no hacemos bien, ya que no lo asegura…pero es una ilusión. Inclinar demasiado la cabeza hacia adelante, hacia el por-venir, poner el peso en el futuro es desequilibrante, más si la realidad es, como en los tiempos actuales, incierta.

La llave que abre la depresión, la ansiedad es muchas veces la anticipación. Quiebra el balance entre, pasado, futuro, el peso no está centrado en lo que hay y por ende no puede ser ese presente, ese obsequio de la vida.

La solución perfecta, la respuesta siempre por delante no nos deja más destino que el desgarro anímico que nos arrastra a lugares muy sombrios.

Quizás parte del punto de partida sea relativizar la perfección, siquiera la posibilidad que ese futuro exista, y especialmente que podemos influir de manera definitiva sobre él, ya que, caso contrario, nuestro cuerpo estará encorvado tanto hacia delante que no haremos otra cosa que caernos, o partirnos.

(*) Especial para Rouge. El autor acaba de publicar Derecho a la Felicidad. Un camino directo hacia el bienestar.

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