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CUERPO & ALMA | 08-05-2013 12:51

La decisión de no tener hijos

Salirse del paradigma de pareja tradicional trae varias críticas. El análisis de una especialista sobre la nueva tendencia.

Por Adriana Guraieb (*)

El amor y la intimidad van sufriendo transformaciones según los cambios históricos psicosociales y culturales, y es así que en el siglo XXI los intereses de las parejas se multiplican y conviven entre el paradigma tradicional (pareja-hogar-hijos) y el nuevo paradigma que apunta, predominantemente, a la realización personal individual, acentuando el desarrollo profesional comercial económico. Tan importante es que se ha retrasado la edad para tener hijos y cada vez es más frecuente que las parejas elijan, lisa y llanamente, no tener hijos.

Este modelo de pareja tiene como característica principal la unión amorosa sin ningún tipo de formalidad, ni ceremonia, ni objetivo que no sea acompañarse y compartir la vida, y por primera vez la pareja no se construye en función de armar una familia. No es que la familia pierda interés sino que cada vez se aplaza más y se piensa mucho más que antes en la elección-selectividad de la pareja, porque no se elige solamente desde el amor y pensando en el padre de nuestros hijos, sino que se elige al cómplice, al compinche, al compañero de proyectos y de vida.

En año 2010 batió récord un libro de Laura Caroli llamado “Familias de dos”, que se refiere a las “Parejas DINK” (siglas del inglés double income no kids, que significa “dos ingresos, sin hijos”). En el libro explicaba la tendencia de parejas que deciden no tener hijos en una franja etaria que oscila aproximadamente entre los 26 a los 39 años.

En Argentina, si bien la estadística es baja, comienza a crecer y el mercado consumista mira con mucho interés esa franja, ya que son dos sueldos a invertir en ellos mismos y son afectos a viajar, a consumir tecnología, a la cocina de autor, a considerar las vacaciones como algo importantísimo, sobre todo en lugares inusuales, diferentes.

Llueven las crìticas a las “Parejas DINK”: que son narcisitas, que son insensibles, que son eternos adolescentes y no crecen como para tener hijos, que piensan solo en ellos, etc.

¿Y no sería mejor, en lugar de criticar, pensar que son auténticos, que no están transgrediendo un modelo o un mandato tradicional, sino que tienen la suficiente madurez y lucidez de darse cuenta que no tienen el deseo y no están dispuestos a las renuncias que conlleva la crianza de hijos? ¿No será momento de pensar en las consecuencias de tener un hijo por mandato social y no por deseo?

* Psicoanalista especialista en parejas, miembro de IPA y APA

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