Friday 26 de April de 2024
CUERPO & ALMA | 05-02-2012 16:26

Bancarizando óvulos, por Carla York

La historia de una mujer a la que la apuraba el reloj biológico, Qué hacer ante la encrucijada.

Ya no se trata de si te llama o no, de si estas enganchada vos o el, de si hay compromiso o no. Las cosas están claras y la histeria pasó a la historia.

Sin darte cuenta, te encontrás programando compras en el super para dos, le hacés un lugar en tu placard, conviven 2 cepillos de dientes en tu baño y el desodorante masculino irrumpe como un totem fálico en el medio de tu santuario de cremas.

Así estaba Laura hace un par de semanas, cuando contó a sus compañeras de trabajo que se sentía expectante por la próxima convivencia, no tanto por un futuro arrepentimiento, sino por el miedo natural a lo desconocido.

Laura nunca fue la típica Susanita que quiso casarse y tener hijos. Solo si llegaba la persona indicada, podría a llegar a considerar la posibilidad de una familia. A sus 37 años, disfrutó de su soltería a pleno, viajó, creció profesionalmente, y ahora se encontraba frente a esta nueva etapa. Al fin tenía a su lado a la persona que le cerraba para al menos rozar el tema.

Pero el planteo no giraba en torno a cuestiones cliché, sino a una nueva inversión.

“No me dan las cuentas”

El destino de los ahorros para unas posibles vacaciones en tierras lejanas de repente cambió para sorpresa de todas.

“Voy a invertir en mi, en mi cuerpo, en mi futuro: voy a hacer un plazo fijo de mis óvulos”

“No me dan las cuentas: tengo 37 años, y quiero hacer las cosas bien. Que el factor edad no me haga como a muchas hacer las cosas mal por apurada; yo quiero viajar primero, después convivir, después casarme y ahí formar una familia. La realidad es que si pasa todo eso, lo mejor es que me congele un par de óvulos para el plan”

Mara se rió y ridiculizó la situación:

“Me parece de una frialdad absoluta eso que pensás: un hijo se puede preveer pero bancarizar la cuestión…me da muy obsesivo, estás poniendo a un hijo en el diagrama de objetos de consumo”

Vanesa agregó: “No podés planificar de esa manera, donde está el deseo, el acto de amor?”

Eugenia se persignó, agarró la foto de su hijo y dijo “Gracias a Dios que yo tuve todo tan joven, la verdad es que tengo los 3 hijos que siempre quise sin maniobras huecas valiéndome de adelantos de la ciencia poco éticos”

Laura se indignó ante tanta hipocresía aceptada por el status quo.

“Congelar un óvulo puede parecerte muy frío Mara, y no me protege frente a lo inesperado de la vida, podes planificar y que aun te salga mal; pero de ser así no es una cuestión más frívola que las siliconas que te pusiste para intentar retener al tipo que se te escapaba”

“Lo mismo que vos Vanesa; te puedo asegurar que para mi esto es un acto de puro amor. Me extraña que me juzgues justamente vos, que colocaste a tu cuerpo entero en el circuito de consumo, en la vidriera, dándote un lifting de imagen con tanta cirugía estética para reposicionarte frente a la competencia. Si lo analizas, hiciste una inversión de plazo fijo estirando los años, al igual que yo”

“Y Euge… deberías acordarte de tus elecciones por amor, cuando hablás por teléfono con tu amante…y preocuparte mucho más por tu ética personal que por la de la ciencia”

Dice siempre un buen y muy sabio amigo:

“Los hipócritas siempre tienen la lengua larga, pero al menos, observarlos en silencio es divertido. Los peores en realidad, son los aburridos: se preocupan demasiado por la vida de los demás”.

Carla York es autora del blog Deja correr el río

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