Su propia forma de mirar y ver la belleza es la gema central de su ser. La viene poniendo en práctica desde sus 17 años, cuando desde Lanús se acercaba a la capital en busca de su destino. Se convirtió en modelo publicitario a los 18 años con la campaña de Lee junto a Héctor Vidal Rivas, quien le dio su primera oportunidad a
El zapato como forma de arte
partir de la recomendación de Juan Emilio Guidobono, un coreógrafo y bailarín de los años 80. Las pasarelas lo recibieron con avidez un poco después, la tienda Harrods lo contrató para hacer todas sus presentaciones. Pero Ricardo Piñeiro no se conformó
con el destino que se le presentaba y siempre fue por más.
García Uriburu y su amor por la vida
Su mirada atenta, sus ganas de seguir creciendo lo fue llevando por el camino correcto. Abrió a sus 25 años la primera agencia de modelos del país en la calle Paraguay y fue Virginia Elizalde quien le dio la ayuda inicial. Siempre lo recuerda. Rápidamente se convirtió en el pope de la moda en materia de representación. Las mujeres más hermosas de la Argentina integraban su staff: Teresa Garbesi, Ginette Reynal, Delfina Frers, Andrea Frigerio, Ethel Brero, Florencia Raggi, Karina Rabolini, Fernanda Villaverde, Natalia Graciano, Maria Vazquez, Andrea Bursten, Dolores Trull, Julieta Prandi, Paula Chávez, Paloma Cepeda, mujeres de distintas generaciones y estilos; todas siguen recordando el cuidado que recibieron, la apertura de oportunidades que se les abrieron por estar cerca del manager más prestigioso. Las marcas lo consultaban casi como a un gurú, los diseñadores lo requerían para que los acompañara en las decisiones con su mirada única. La belleza era y sigue siendo su vía de acceso al mundo.
Miradas superadoras sobre la igualdad de género
Hoy se manifiesta ese don, esa mirada particular, en un espacio totalmente diferente. Ese fuego Sagrado que lo ha llevado a tocar el éxito lo pone en otro lugar. Empezar a mirarse en vez de mirar afuera, iniciar un viaje interior, conocerse más profundamente le permitió recuperar, en estos días, el testimonio de su amor incondicional por los animales, que data de su infancia, cuando se metía en una jaula con pájaros que lo transportaban y lo hacían soñar. Aprender a volar. Los perros, más tarde, fueron los depositarios de este amor tan intenso, de esa conexión que sentía con ese mundo, algo lejano al de los humanos. Sus amados perros estuvieron presentes desde que eligió rescatarlos de la calle, y darles una vida mejor. Eran cientos en su casa de Derqui. Comenzó a fotografiarlos en cada momento para dejar quieto, en ese lugar, en tal o cual actitud, su forma de verlos, su propia mirada, su amor. Hoy esas fotos están colgadas en Arenales 1249 primer piso, en la casa de decoración de Pía Fradusco, presentadas con el ojo de su curadora, Roxana Punta Álvarez quien supo ver arte en cada imagen. Ella dice así: “Pasión, fuego sagrado, es lo que siente y tiene Ricardo Piñeiro por los perros. Eco de ello son sus libros dedicados a esos animales, bellos, comunicantes, tiernos, que fieles lo acompañan en el transitar de su vida”. Y así la rueda de la vida y la pasión vuelven a poner en movimiento a un hombre que quiere seguir creando, viviendo a través de su Fuego Sagrado.
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