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GOURMET | 14-09-2013 08:27

Los chefs argentinos del mejor restó del mundo

Coversamos con Hernán Lucchetti, jefe de cocina y Valeria Bottino, repostera en El Celler de Can Roca, recientemente elegido como número uno del mundo. Las fotos.

Por Lorena Tapia Garzón (*)

Son argentinos y aman cocinar desde que eran chicos y ayudaban a sus papás a preparar los menús diarios y las comilonas domingueras en familia. Hoy son dos de los responsables de la cocina del recientemente galardonado como el mejor restaurante del mundo: El Celler de Can Roca, ubicado en Girona, España, cuyos propietarios son nada menos que los célebres chefs Joan, Jordi y Josep Roca.

Hernán Lucchetti (35 años) y Valeria Bottino (30) nacieron en Argentina, aprendieron a cocinar aquí, entre los condimentos y sabores de su padres y abuelos, hasta que alzaron vuelo. Ahora, él es uno de los dos jefes de la cocina de este restaurante que este año recibió el primer premio en una gala del estilo de los Oscar, pero gastronómica, donde sus platos fusionan la cocina tradicional española con la creatividad de vanguardia. Y ella es nada menos que la encargada de los postres, donde el dulce de leche argentino cumple un rol protagónico.

Hernán nació en Capital y vivió casi toda su vida en el barrio porteño de Caballito. Aquí también fue donde estudió formalmente gastronomía, en el Ott College, pero asegura que “el amor por la cocina nació gracias a los domingos en familia”.

Trabajó en vasrios restó de alta categoría, coo La Bourgogne del Alvear Palace Hotel (Jean Paul Bondoux), en Argentina; La Terraza del Casino (2 estrellas michelin), de Paco Roncero, en Madrid, y El Bulli (3 estrellas Michelín), en Barcelona. Pero al gustito por la cocina de vanguardia la heredó en el país. “El culpable de mi interés por la cocina de vanguardia podríamos decir que fue Alejandro Digilio, chef y propietario de La Vineria de Gualterio Bolivar”, confiesa, y cuenta que él fue también su profesor en el Ott College.

Desde 2009 vive en Girona, trabajando en El Celler de Can Roca, donde es jefe de cocina, junto a Nacho Baucells, desde 2011. “Es fantástico ser parte de El Celler de Can Roca, es una experiencia única. Porque es un momento histórico, que probablemente no se vuelva a repetir en mi vida. Al igual que es un contínuo aprendizaje, pudiendo tener al lado a Joan, Jordi y Josep compartiendo el día a día”, le cuenta a Rouge.

Valeria, en cambio, nació en Rosario pero se crió en Las Rosas, Santa Fe. Con apenas 10 años, se ocupaba de la comida de su casa junto a sus hermanas porque su mamá trabajaba hasta tarde. Sus primeros estudios de pastelería fueron en la escuela Azafrán, en Córdoba, y luego viajó para trabajar y capacitarse por varios países del mundo (Nueva Zelanda, Francia, Irlanda, Reino Unido). Al “Celler”, como le llaman al ahora mejor restó del mundo, llegó este año como practicante, luego de dos años de buscar acceder sin mucho éxito. “Luego de 20 días me ofrecieron pasar de stagier a ser jefa de partida de pastelería”, le cuenta a Rouge.

“Trabajar en el mejor restaurante del mundo fue un sueño que tuve por muchos años, pero me parecía inalcanzable. Hoy vivo mi sueño”, dice. Y cuenta que trabajar junto a Jordi, uno de los dueños del restó y encargado de la pastelería, “es lo mejor” que le pudo pasar. “La forma en que el ve los postres y los crea es casi única, es mágica, le tengo una gran admiración y respeto”.

Tanto Hernán como Valeria aseguran que la Argentina es valorada gastronómicamente por el asado y el dulce de leche. Este último es, por cierto, uno de los principales ingredientes de los postres en el Celler, sobre todo el “Láctico”, un clásico creado por Jordi Roca.

Y los dos aseguran que aunque no utilizan sus recetas de la infancia en la cocina internacional, cada plato que sale de sus manos tiene ese condimento no tangible que se llama historia. “Sabores que vienen del recuerdo, de la memoria gustativa, del recetario familiar o bien de la experiencia”, en palabras de Hernán.

Valeria cuenta que extraña preparar “la torta de la abuela” con el mismo sabor que tenía en la Argentina. “No me salen igual, el sabor no es el mismo porque la materia prima no es la misma y no me traen los mismos recuerdos, por lo cual prefiero dejarlos en un costado por ahora y utilizarlos el día que vuelva”.

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* De la redacción de Perfil.com

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