Friday 29 de March de 2024
ESTILO MARIANA | 24-02-2016 20:00

Julio Chávez: “La TV me hizo crecer como actor”

Maestro de actores, toca el alma de un personaje entrañable con la profundidad que lo caracteriza. Sin artilugios, a puro talento, pone de pie a más de 400 personas en cada función.

En el teatro la plaza, la sala Pablo Picasso está colmada de gente, no queda ni un lugar libre. A la hora justa, se apaga la luz, se enciende el escenario y por una puerta antigua de madera que remonta al siglo pasado aparece el actor, vestido de negro, con un collar de perlas en su mano. Ya en el primer minuto se intuye que se desencadenará una dualidad, que habrá dos en uno; y aun más voces desplegando personajes en un solo cuerpo. Es la talla de Julio Chávez la que permite el desdoblamiento constante a cada paso de este unipersonal que no hay que perderse.

MA: Yo soy mi propia mujer es una obra que estrenaste hace 9 años y hoy la volvés a representar ¿Porqué tomar este material una vez más?

JC: Pensé en los pianistas y en las partituras que se vuelven a tocar una y otra vez y me dije: ¿por qué no hacerlo con esta obra? Me siento un ejecutante, ahora más conocedor del oficio, menos temeroso de actuar. Incluso, las elecciones que hice hace nueve años, las comprendo mejor hoy. Es como un matrimonio, con el tiempo, uno comprende de qué se enamoró en aquel momento.

A pesar de los prejuicios que puedo manifestar en cuanto a que el teatro es siempre el mejor espacio para el actor, me sorprende diciendo: “Haber hecho TV me hizo crecer mucho como actor.

Estoy muy agradecido de esas experiencias ( Tratame Bien, Farsantes, Signos, El Puntero), tengo hoy un diálogo más abierto como intérprete”. Insiste en la libertad que le permitió adquirir su trabajo en las tiras y unitarios que en los últimos años realizó en canal 13 con la producción de Adrián Suar.

Ahora, en el teatro, desplegando su experiencia, interpreta Yo Soy Mi Propia Mujer, la historia de un hombre (Doug Wright-dramaturgo) que se obsesiona por conocer y escribir sobre Charlotte Von Mahlsdorf, un extravagante personaje de Berlín del este, conocido por coleccionar relojes, fonógrafos, y muebles antiguos de la época de Wilhelm II, que sale airosa en el SXX de los opresivos regímenes nazi y comunista, mientras se mostraba abiertamente travestido. En el trascurso de sus visitas y conversaciones con ella, Wright descubre que quizás sea una farsante, que es posible que no tenga la pureza que su idealización mantenía intacta.

“El autor, finalmente decide creerle a ella, aunque cuenta que en la mirada tenía algo peligroso”. Asegura Chávez y se pregunta, “¿Quién es enteramente transparente cuando ni siquiera nos conocemos profundamente a nosotros mismos? Cuando además, utilizamos sólo un aspecto y otras zonas quedan en la oscuridad. ¿Quién se presenta como realmente es?”

MA: Ella dice que los seres humanos somos todos iguales, un pedazo de carne, nada en particular.

JC: En ese sentido lo somos, pero el alma y la mente que cada uno desarrolla no son iguales, no somos todos iguales.

A pesar de la duda que se plantea acerca de sus traiciones, y su manera de mostrarse, la obra ofrece la posibilidad de comprender la esencia de Charlotte, su lucha por ser quien quiere ser, quien siente que es hasta el final de sus días. Aunque para lograrlo deba defenderse de las hostiles circunstancias en las que esta inmersa. Ella nació en Berlín de Este y sobrevivió en mundo inhóspito y cruel.

“La homosexualidad cuando es oculta produce muchas veces más persecución que cuando es manifiesta. Una de las formas que ella tuvo de protegerse, fue la de mostrarse irreverente. Tal es así que provocaba risa. Creo que es más difícil para sobrevivir ocultar y que el otro se alegre de descubrir el secreto, que mostrarse como ella lo hizo”, asegura.

La representación de Julio Chávez es sublime en todo momento, los cambios de un personaje a otro, ella, él, su amigo, los policías, todas las voces que integran el unipersonal son representadas por un inmenso actor, que transpira la camiseta arriba del escenario sin escatimar talento y trabajo. Julio rescata la certeza de que cuando un artista se entrega por completo, el espectador puede sentir esa manera de dar sin limites. Así lo expresa una sala de pie, unida en un aplauso de agradecimiento a esa entrega insoslayable.

“Me conmueve el aplauso, me da pudor. Pero lo que más me conmueve es el momento anterior al saludo, cuando me saco las cosas y se produce un silencio que es el mayor regalo, es un instante que el espectador construye”.

Imperdible!!! viernes, sábados y domingos en el teatro La plaza

Twitter: @marianaarias

Galería de imágenes

En esta Nota

Comentarios