Por Mariana Arias.
El zapato como forma de arte
Yoko Ono nació en Tokio en 1933, conocida como activista por la paz y feminista, logró cimentar contra viento y marea una sólida carrera como artista y se consagró. Cuando hablamos de YOKO, inmediatamente asociamos su nombre icónico a su pareja y aliado indiscutido de luchas, el músico británico John Lennon. Con él, en 1969, llevaron a cabo la acción Bed-In For Peace, en la cual recibían a la prensa desde la cama vestidos en pijama, para discutir el mensaje de no violencia que se oponía la guerra. En 1970 ella y Lennon fueron coautores de la canción “Woman is the Níger of the World”; una declaración conjunta que denunciaba la opresión de la mujer en el mundo. El año siguiente Ono publicó un ensayo titulado “La feminización de la sociedad” cuyas ideas y argumentos continúan vigentes.
John y Yoko, juntos, lograron potenciar sus fuerzas para trabajar por la paz y la igualdad entre hombres y mujeres. Si tenemos en cuenta los conceptos del taoísmo, el ying y el yang, las dos fuerzas opuestas y complementarias que existen en todas las cosas; (El ying es el principio femenino, la tierra, la absorción. El yang es el principio masculino, el cielo, la luz, la penetración) podemos pensar que la existencia de ambas fuerzas es necesaria y que el desbalance puede generar caos. Sin extremar este pensamiento, sólo como una posibilidad de reflexión, es que quiero rescatar desde las acciones y escritos de YOKO ONO lo imprescindible que es conservar ambas energías, ambas fuerzas en equilibrio, ninguna en detrimento de la otra.
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Por otro lado, me pareció oportuno compartir algunos fragmentos que representan mi opinión sobre lo femenino y su poder pacífico, tan necesario para cambiar y transformar la violencia que lleva al ser humano a destruir a los otros y a aniquilarse a sí mismo.
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Volver a mirar los pensamientos de esta artista, justamente tiene que ver con ir hacia la pacificación a través de lo femenino. Aquí comparto extractos del pensamiento de Yoko Ono en 1971, “La Feminización de la sociedad” .
“La mayoría de nosotras, como mujeres esperamos lograr nuestra libertad en el escenario social establecido y pensamos que, en algún lugar, debe existir un entorno feliz en el que hombres y mujeres puedan compartir su libertad y su responsabilidad. En cambio, si nos limitamos a observar la función clave de nuestra sociedad, el síndrome de avaricia, poder y frustración, pronto veremos que no existe un entorno feliz al que dirigirnos. Por supuesto, podemos tratar de jugar al mismo juego que los hombres han jugado durante siglos y, centímetro a centímetro, recuperar los mejores puestos laborales y, en última instancia, conquistar el mundo entero, generando así una clase de hombres esclavos y sementales extremadamente amargados, que gimen y se quejan bajo nuestra opresión. Esto vale como sueño durante una siesta, pero en la vida real obviamente, sería un lastre…”
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La libertad que perseguimos las mujeres ha sido posible gracias a valientes que defendieron nuestros derechos y consiguieron lugares que antes sólo les pertenecían a los hombres. No creo que la valentía deba estar aliada al avasallamiento, a la violencia, al autoritarismo. No creo que el fin justifique los medios. La conquista de derechos, en el mundo de hoy, debería ser la recuperación de lo femenino como calidad que envuelva cada acción, cada decisión.
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“Las mujeres se realizarán tal como son, no como seres comparados con los hombres o que supongan una respuesta de ellos. En consecuencia la revolución feminista supondrá un paso positivo para la sociedad, ya que introducirá un rumbo femenino”.
“En los últimos dos siglos, los hombres nos han mostrado los errores de su manera de gobernar el mundo. En lugar de tropezar con la misma piedra que los hombres, las mujeres ofrecen algo que la sociedad nunca ha tenido debido al dominio masculino. A eso me refiero con un rumbo femenino. Lo que podemos hacer es tomar la sociedad actual, que contiene características tanto masculinas como femeninas, y extraer la fuerza femenina en lugar de la fuerza masculina que impera hoy en día. Debemos usar de manera más positiva las tendencias femeninas de la sociedad, que, hasta ahora, se han reprimido o descartado como algo dañino, poco viable, intrascendente y, en ultima instancia, vergonzoso.”
“Lo que propongo es la feminización de la sociedad: el uso de la naturaleza femenina como fuerza positiva para cambiar el mundo. Gracias a la inteligencia y a la conciencia femeninas podemos convertirnos en una sociedad esencialmente orgánica y no competitiva, basada en el amor y no en el raciocinio. El resultado será una sociedad equilibrada, pacifica y satisfecha. Podemos evolucionar, en lugar de sublevarnos; unirnos, en lugar de reclamar independencia y sentir, en lugar de pensar. Estas son características que se consideran femeninas, rasgos femeninos que los hombres desprecian. Sin embargo, ¿han hecho lo correcto los hombres al evitar el desarrollo de estas características dentro de si mismos?”
Yoko propone darle un valor superlativo a lo femenino, enaltecer esos rasgos haciendo de ellos un arma para mejorar la sociedad. Habla de amor, de equilibrio, unión, evolución. Piensa en una sociedad orgánica en la que además de pensar, se pueda sentir.
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“… El objetivo de la revolución femenina debera ser global, para que al final se convierta en una revolución del mundo entero. Como madres de la tribu, compartimos la culpabilidad de los hombres machistas y nuestros rostros son además sus espejos. No pasa nada por empezar ahora, nunca es demasiado tarde para empezar desde el principio.”
La intención es sólo reflexionar acerca de quienes nos llevan a la feminización de la sociedad, a la pacificación de la misma y quiénes nos alejan de la no violencia, de la justicia, del equilibrio. Sólo eso.
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