Wednesday 24 de April de 2024
CUERPO & ALMA | 19-03-2021 21:00

No se pueden quemar las letras

Por Guillermina Rizzo.

En la última campaña electoral además de candidatos, los protagonistas fueron los libros, o el libro, porque mediante “este soporte” Cristina Fernández recorría lugares y congregaba personas para presentar “Sinceramente”.

No es casual que el expresidente Mauricio Macri, haya anunciado en estos días y con “preventa” incluida, la salida de su libro “Primer Tiempo”; metáfora futbolística que preludia la llegada de un “segundo tiempo”, de un tiempo restante o tal vez la intención de un próximo mandato.

En medio de “primer tiempo” y “sinceramente”, mandan a quemar los libros de Beatriz Sarlo porque justo, quien escribe de verdad, se le ocurrió hablar de las vacunas por “debajo de la mesa”.

Qué líos que tenemos, por Guillermina Rizzo

Por un momento me sentí en la Edad Media, como si fuera parte de la novela policial de Umberto Eco El nombre de la Rosa, en el que el tratado de la risa era prohibido entonces sus páginas eran literalmente deglutidas.

Pensé que complicado quemar libros cuando muchos de ellos ya vienen en formato digital, y también y cómo no podía ser de otra manera, surgieron las preguntas: ¿qué beneficios psicológicos aporta la lectura? ¿en papel o en pantallas?

Todas las actividades dejan huellas en nuestro cerebro y en nuestras emociones, y la lectura es una de ellas. Si bien puede ser considerada para muchos como uno de los grandes placeres de la vida, es evidente y tangible el impacto que dicha actividad tiene en nuestra vida.

Estudios hacen referencia a lo que aporta la lectura, y continuamente la dupla “lectura, cerebro” “lectura, emociones” siempre están bajo la lupa de los investigadores.

Leer libros de ficción con varios protagonistas está vinculado con la empatía, ya que nos identificamos con los personajes, desplegamos la imaginación con lo que a ellos les sucede y las neuronas de la zona sensorial motora están mejor conectadas, acción responsable de la capacidad de ponerse en el lugar del otro.

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Siempre se dice y casi de manera trivial que quien “habla bien” o es un gran orador, es porque mucho lee; dicha relación no es casual puesto que la lectura genera que un grupos de neuronas se conecten mejor entre sí, específicamente con las encargadas de gestionar el lenguaje el lenguaje, es decir con las células nerviosas del lóbulo temporal izquierdo.

A mayor conexión o comunicación entre neuronas, los vínculos son más sólidos y un cerebro con muchas y sólidas interconexiones está vinculado a la posibilidad de que los síntomas de la demencia no se manifiesten.

Si bien con el paso del tiempo es “normal” que las neuronas mueran, a mayor conexión mayores recorridos y menores posibilidades de deterioro cognitivo.

Tener un material “a mano” para leer es como una especie de “gimnasio en casa para el cerebro”, pues tal y como sucede con la música, investigaciones reflejan el impacto que tiene leer poesía. La información que incorporamos impacta en ciertas emociones y estados estimulando la memoria y recordando mejor; aun cuando leemos ciertas cosas que preferimos no querer recordar.

La lectura también funcionaria como “un spa mental”, porque ciertos materiales generan momentos de calma, relajación y reducen el estrés, a tal punto que es equiparable con la meditación.

A su vez, tener un libro en la mesa de noche y establecer una especie de ritual previo al descanso, nos permite dejar atrás nuestras preocupaciones cotidianas, “desconectando”, garantizando poder conciliar el sueño y que éste sea reparador.

Amo la lectura, no puedo vivir sin ella, disfruto el libro impreso, los soportes digitales los empleo solo para las noticias. El olor del papel, tocar una página, generan cierto placer.

La lectura deja huellas en nuestro cerebro y en nuestras emociones; estoy convencida que la lectura es como el vino, habrá de calidad y otras en las que la borrachera y la resaca son inevitables.

(*) Guillermina Rizzo. Dra. en Psicología. Columnista en medios de comunicación. Twitter @guillerizzo

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