Friday 29 de March de 2024
CUERPO & ALMA | 06-11-2016 11:00

Cuando la dependencia incomunica

¿Se puede concebir la vida sin celular? ¿Un dispositivo que fue creado para comunicar puede predecir o establecer conductas patológicas?

Por Dra. Guillermina Rizzo. 

Ana lo conoció por allá en los años 80, grande, robusto, ejercía sobre ella una fascinación diaria de treinta minutos, a tal punto que no concibió la vida sin él. Al cabo de estos años y convencida que lo que él le ofrecía lo convertía en el compañero ideal estableció cierta dependencia. Veinticuatro horas pendientes de él, mientras duerme él permanece siempre a su lado y su ausencia hace tambalear su mundo.

Si bien hubo cambios, y ahora se inclina por características estéticas diferentes y prefiere algo menos robusto, cuanto más pequeño y duradero mejor, o con detalles más refinados, se constituye en su compañero, su entretenimiento, su fuente de consulta.

¿Se puede concebir la vida sin celular? ¿Un dispositivo que fue creado para comunicar puede predecir o establecer conductas patológicas?

Las cifras revelan que en Argentina hay más celulares que habitantes, y no ha pasado tanto tiempo desde que en 1983 saliera al mercado el ya legendario “ladrillo”, que según se sabe su batería tenía una duración de treinta minutos, era pesado y dificultoso llevarlo entre las pertenencias. Sin embargo, resultaba inimaginable el impacto que tendría actualmente en la organización política y social, en las transacciones comerciales, en las economías, en el impacto urbano, en lo lingüístico, en la forma de establecer vínculos y en la vida cotidiana de cualquier persona.

Herramienta de trabajo, de comunicación, de distracción, de información, hasta de seguridad, llegó para quedarse, al extremo que extraviarlo con sus respectivos contactos genera caos, y más de uno regresa a su casa ante el olvido del mismo.

Un estudio publicado en el Journal of Medical Internet Research, concluye que los dispositivos móviles pueden establecer con gran exactitud, si se presentan síntomas de depresión, David Mohr autor del estudio preliminar revela que mientras más tiempo pasan las personas en el teléfono, más probabilidades hay de que padezcan cuadros de distimia.

Algunos restaurantes ofrecen promociones y descuentos a sus clientes con la condición que no utilicen los celulares durante su estancia, y padres no tan adeptos si bien han recurrido al uso de dichos dispositivos por cuestiones de seguridad y comunicación evidencian gran preocupación por el uso excesivo en niños y adolescentes.

Hoy es habitual ver que el juego tradicional ha mutado, con escasa interacción se abre paso a una imagen en la que un grupo de chicos se relaciona con su móvil sin mediar palabra entre ellos. Obviamente a menor edad menor posibilidad de detectar los riesgos que implica un uso abusivo del mismo, llegando a la dependencia y la adicción.

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Estar atentos y percibir trastornos de sueño, variaciones en el estado de ánimo ante la carencia del celular, deterioro en el rendimiento escolar, abandono de actividades sociales y el consecuente aislamiento, son algunas de las señales que encienden una luz de alerta.

Simplemente se trata de ayudar con el ejemplo de la propia conducta, pues si un adulto no puede desprenderse del celular es imposible que un niño o adolescente restrinja su uso. No se trata de demonizar la tecnología sino de educar en el uso adecuado y racional.

Creo que Martin Cooper no imaginó lo que provocaría su invento y el impacto que tendría en la vida cotidiana. Obviamente lo considero una herramienta útil: acorta distancias, brinda información y comunica; pero hay sonrisas que no las reemplaza la “carita feliz”, hay dolores que no se traducen en un mensaje de texto y hay miradas y abrazos que no caben en un celular.

Especial para Rouge. | Twitter: @guillerizzo

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