Friday 29 de March de 2024
CUERPO & ALMA | 21-08-2016 12:30

Postales para liberar el niño interior

¿Podemos definir a la niñez como una categoría universal? ¿Es una etapa crucial e imborrable? ¿Cuáles son los desafíos para los adultos?

Por Guillermina Rizzo (*)

Mantener una conversación con Cristóbal implica un desafío intelectual: su capacidad de oratoria pareciera entrenada por el mismo Cicerón, maneja aplicaciones tecnológicas con la destreza propia de Bill Gates, como si fuera poco es bilingüe. Lucía tiene la imaginación de Julio Verne, destacada por sus actuaciones en comedia musical combina con una energía envidiable los ensayos con la actividad escolar. En las antípodas está Javier, luego de cartonear junto a su padre pasa horas en el potrero gambeteando la pelota como si fuera as del fútbol, motivado por el sueño de llegar a portar la camiseta albiceleste. Padres haciendo filas extensas para adquirir los últimos juguetes que ofrece el mercado y padres haciendo cálculos con la desesperanza de no poder agasajar a sus hijos en el día del niño. Postales de la infancia del siglo XXI. ¿Podemos definir a la niñez como una categoría universal? ¿Es una etapa crucial e imborrable? ¿Cuáles son los desafíos para los adultos?

El 20 de noviembre de 1952, la Asamblea General de las Naciones Unidas se reunió con el objetivo de reafirmar los derechos universales del niño, sugiriendo a los gobiernos de todos los países del mundo que destinen una fecha para celebrar su día, promoviendo la fraternidad entre ellos y la realización de actividades tendientes a su bienestar.

La Convención Internacional sobre los Derechos del Niño esgrime una definición, Argentina suscribe a dicho acuerdo y define niño "desde el momento de su concepción y hasta los 18 años de edad"; pero la infancia no es una categoría única y estática, sino, y coincidiendo con sociólogos podemos decir que hay tantos tipos de infancias como sociedades. Sin dudas, para muchos niños esta etapa no es sinónimo de magia y fantasía, pues la realidad que les “toca en suerte” los remite a saltear esta fase sin otra opción que la de desarrollar actividades propias del mundo adulto, actividades lúdicas vedadas en las que el juego cotidiano solo remite a la supervivencia.

Contrariamente para muchos de los que generosamente leen esta columna, los años de la niñez han sido seguramente los tiempos más fabulosos de la historia. Tal vez coincidamos en que los héroes y personajes con los que hemos convivido en esa etapa hoy persisten vigentes en nuestra memoria, aunque más sutiles. La infancia transcurría cargada de experiencias significativas, acontecimientos que se sucedían y hasta nos atropellaban en nuestros primeros años y que aceptando de manera inevitable; vivencias que sin ser comprendidas en su momento fueron moldeando nuestra personalidad y nuestra historia; enseñanzas de un maestro, juegos y los primeros amigos, hoy etéreos, dejaron marcas indelebles.

Tiempos en los que la curiosidad y el asombro se entremezclaban con saltos, corridas, gritos, risas, golosinas, rodillas sucias y el estruendo de la piedra lanzada con una gomera, época imborrable colmada de claves e interrogantes que se dilucidaron con aprendizajes y la sabiduría de adultos presentes que no desperdiciaban horas adquiriendo el mejor juguete, ya que entendían que el regalo ideal no era material, sino que consistía en pasear, dialogar, jugar y crear vínculos a través de algo carente de precio imposible de comprar.

La infancia siempre pone en vilo al mundo adulto, seguramente hoy es el día para liberar el niño interior y entender que el desafío consiste en recuperar valores, pues el trato hostil genera agresividad, el elogio deriva en empatía, la tolerancia y la seguridad son las semillas para que fecunde la paciencia y la autoestima, y que solo bastan los límites, la dedicación y el afecto para que un niño sienta y aprenda lo que es ser amado. ¡Feliz día!

Dra. Guillermina Rizzo. Twitter/ @guillerizzo

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