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CUERPO & ALMA | 17-10-2015 10:58

Llega el ‘viagra femenino’ y se debate sobre su efectividad

Por ahora no llega a la Argentina, pero sus efectos adversos y que los resultados aparezcan solo al mes de tomarla son dos puntos en su contra.

Por Noelia Veltri | Por A.C. 

Tras un largo proceso de debate médico y bajo fuertes intereses económicos, hoy llegará a las farmacias de Estados Unidos la flibanserina, el medicamento conocido como “viagra femenino” que desde su aprobación en agosto pasado por parte de la autoridad sanitaria estadounidense (FDA) generó polémica tanto por su verdadera eficacia a la hora de estimular la libido de las mujeres como por sus efectos secundarios y la campaña de presión impulsada por colectivos de mujeres en demanda de tratamientos para mejorar su sexualidad.

Addyi, tal el nombre comercial de la droga, es un desarrollo de Sprout Pharmaceuticals. Tras el visto bueno de la FDA, la empresa fue adquirida por el laboratorio Valeant, que pagó mil millones de dólares. En Estados Unidos la flibanserina se venderá bajo receta y costará cerca de 400 dólares mensuales, dependiendo del seguro médico de cada mujer. En tanto, en la Argentina “hasta el momento no hay solicitud de registro”, según le dijo la Anmat a PERFIL. Sin embargo, se espera que llegue al país durante 2016.

Uno de los puntos más cuestionados de Addyi es su comparación con la pastilla azul, ya que los mecanismos de acción son diferentes. A diferencia del viagra (sildenafil) que permite la vasodilatación de las arterias del pene y se toma una hora antes de la relación sexual, la flibanserina debe consumirse todos los días y no produce cambios físicos en la mujer. El medicamento actúa mejorando el deseo sexual hipoactivo mediante su acción ante la dopamina y la serotonina, dos neurotransmisores cerebrales vinculados con la recompensa y la satisfacción.

“El ‘viagra femenino’ puede mejorar la libido y el humor sexual, pero no va a abordar la disfunción sexual femenina, porque se trata de una condición compleja relacionada con trastornos hormonales, y en la que se ve afectado el deseo pero también la frecuencia coital y la capacidad orgásmica. Y no se resuelve con un fármaco”, explicó Clelia Magaril, profesora adjunta de Ginecología en la UBA y presidenta de la Sociedad de Investigación Clínica de la Ciudad de Buenos Aires.

Por su parte, María Victoria Bertolino, tocoginecóloga e integrante del Consultorio de Calidad de Vida y Medicina Sexual del Hospital Durand, comentó: “Sin duda es importante tener opciones para la disfunción sexual femenina porque es algo muy angustiante para quien la padece. Pero debemos ser cautelosos y considerar esta droga como una medicación más, que debe ser administrada bajo receta y control médico como si aún estuviera en estudio”.

De hecho, la FDA rechazó dos veces el medicamento antes de darle el sí, apoyándose en sus humildes resultados terapéuticos (4,4% de experiencia satisfactorias versus 3,7% del grupo placebo). Sin embargo, la aprobó tras la presión de varios grupos, especialmente la plataforma Even the Score, que había acusado al organismo de exigir más pruebas a un tratamiento dirigido a mujeres que a hombres.

El fármaco mostró efectos adversos como mareos, náuseas y fatiga, reportados por el 10% de las voluntarias del ensayo. “También pueden registrarse embotamiento, presión baja y trastornos intestinales, sobre todo si se combina la pastilla con alcohol. Esto ocurre porque se toma todos los días y actúa sobre el sistema nervioso central”, explicó Adrián Sapetti, psiquiatra y sexólogo clínico. “Si a eso le sumamos que sus efectos comienzan a verse al mes, y que se recomienda suspenderla si en dos meses no pasa nada, una opción sería tratar la falta de deseo y sus derivados en el marco de la terapia, ya que muchas veces hay asociación con otras afecciones como depresión o fobia, e inclusopuede estar ligado a un conflicto conyugal”, concluyó.

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En el Hospital Durand, la doctora Bertolino realizó en 2011 el estudio “Mapa de la disfunción sexual femenina”, del que participaron más de cien mujeres. “Recopilamos datos de la Ciudad de Buenos Aires, tanto en población sana, es decir, mujeres que realizaban consultas por control, como en las consultas ginecológicas, oncológicas, por embarazo e infertilidad. En el primer caso, el 36% refirió tener alguna alteración relacionada a la sexualidad”.

Al individualizar más las patologías, encontraron que el 35% de las mujeres padecía disfunción del deseo sexual, el 35% imposibilidad de lograr el orgasmo, el 14% dolor al tener relaciones y otro tanto sequedad vaginal. “Desde 2012, con la sanción de la Ley de Identidad de Género, las consultas crecieron notablemente”.

Esta nota fue publicada en la Edición Impresa del Diario Perfil.

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