A Mathilda Kahl, directora de arte en Saatchi & Saatchi, una agencia de publicidad de Nueva York, no la conformaron las notas, libros, manuales y guías para solucionar el ritual diario del qué me pongo. Nada le solucionó la pérdida de tiempo, por eso, después de años de perder tiempo frente al armario se hartó y decidió usar lo mismo todos los días.
Ni muy corto, ni muy largo, ni demasiado ajustado o pasado de informal, desde hace tres años la nueva Mathilda no invierte más de tres minutos en vestirse: pantalón negro, camisa blanca con una cinta de adorno y chaqueta de cuero. Así, ha logrado liberarse del estrés matinal y de las expectativas de creatividad de quienes la rodeaban en el ámbito laboral.
Para no cansarse, eligió combinar el clásico blanco y negro. Se compró quince camisas de seda idénticas, varios pares de pantalones negros rectos sin detalles y agregó una cinta de cuero para darle un toque femenino a su look. Cuando hace mucho calor, cambia los pantalones por polleras negras. Hace poco, renovó su stock de camisas y compró una nueva tanda en Zara.
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Su caso se hizo famoso a partir de un artículo que ella escribió en una revista femenina y que fue compartido en las redes sociales casi 80 mil veces. Allí cuenta que antes de que le reconocieran lo acertado de su decisión, muchas personas le preguntaron si estaba cumpliendo una promesa, una apuesta o si había sido capturada por una secta.
Además, la creativa asegura que junto con el ahorro del tiempo y la desaparición del estrés, su decisión le ha permitido ahorrar un montón de plata y remata su nota diciendo qu "hoy no sólo me siento genial con lo que me pongo, sino que no tengo que pensarlo".
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