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ACTUALIDAD | 01-10-2016 08:00

Los porteños podrán casarse en la Floralis, el Colón o el Rosedal

En diciembre, y tras una votación en la web de los vecinos, se montará en uno de los sitios una sede del Registro Civil para celebrar las bodas.

Por Claudio Corsalini 

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Casarse dentro de la majestuosidad del Teatro Colón, bajo el monumento de la Floralis Genérica en la Plaza de las Naciones, o en medio de los renovados jardines del Rosedal de Palermo puede ser el sueño de más de una pareja porteña. Ahora, el Gobierno evalúa convertir –en principio, por un día– a uno de esos tres lugares emblemáticos de la Ciudad en una sede del Registro Civil.

Para llevar adelante esta iniciativa, la Ciudad lanzará en los próximos días una encuesta para que los porteños voten cuál eligen. Y para poder dar el sí en el espacio que resulte elegido se mantendrán los mismos requisitos que se solicitan a la hora de casarse: es decir, pedir turno y sede con un mes de anticipación, confirmar la fecha unos días antes y presentar los testigos para la boda. “No implica la realización de ningún trámite adicional ni el desembolso de sumas de dinero extra”, explicó a PERFIL Federico Di Bendetto, responsable del área de Participación Ciudadana, que impulsa la idea con los ministerios de Gobierno y Modernización porteños.

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La particular movida sucederá durante los primeros días de diciembre. Se fijará un número máximo de parejas para esa jornada especial y en caso de superarlo, los turnos se sortearán entre quienes se hayan anotado. “Tenemos aún que definir la cantidad de jueces que participarán de este evento, además de coordinar la logística que requiere poner en marcha esta novedad, como por ejemplo trasladar los libros de actas para registrar los casamientos”, explicó el funcionario.

Si bien se trata de una prueba piloto, de acuerdo con los resultados que se obtengan en la encuesta, el objetivo es luego mantener esa opción en el tiempo y pensar en llevarlo a otros espacios de la Ciudad. “Nos basamos en la respuesta que tuvimos cuando decidimos subir a ochenta porteños al Obelisco. El año que viene vamos a repetir la experiencia”, aseguró Di Benedetto.

Favorito. Teniendo en cuenta la preponderancia del primer coliseo porteño, desde Participación Ciudadana presumen que el Colón “arrasará en la encuesta”, aunque no descartan sorpresas. Si el teatro es el elegido, por ejemplo, adelantan que acondicionarán alguno de sus clásicos salones –el Blanco y el Dorado– o un área del foyer principal aunque, aseguran, las bodas “no interferirán con las actividades y la programación establecida” en esa sala.

Esta encuesta se suma a las diferentes consultas que el gobierno porteño viene poniendo en marcha en las últimas semanas a través de las distintas plataformas digitales (Facebook, Twitter o la página web) que utiliza para interactuar con los vecinos. Entre éstas se destacan, por ejemplo, las propuestas que impulsan la posibilidad de que los usuarios viajen con sus mascotas o la instalación de food trucks en zonas de la Ciudad donde actualmente no existe un polo gastronómico. Según datos del gobierno porteño, entre ambas encuestas, ya participaron más de 150 mil ciudadanos.

Bodas atípicas: bajo el mar o en las alturas

Si el Empire State Building es uno de los lugares más usados por el cine para coronar historias de amor, miles de parejas de la “vida real” pretenden casarse allí. Sin embargo, el emblemático edificio neoyorquino no permite organizar bodas privadas libremente. Sólo en San Valentín, unos pocos elegidos tienen esa suerte: hace veinte años organizan un concurso en el que las parejas mandan su historia de amor, relacionada con el edificio, y si salen seleccionadas, se casan allí el 14 de febrero.

Pero hay más: en las playas del Caribe mexicano ofrecen todo lo necesario para casarse bajo el agua. Tanto la pareja como los invitados deben estar certificados o al menos contar con algo de experiencia en buceo, y quienes no lo estén usan un equipo de esnórkel y un salvavidas. Y las parejas amantes de la adrenalina eligen una opción más extrema: acompañadas de un “instructor- juez de paz”, dan el sí mientras se tiran de un avión con paracaídas. En California es donde más se celebra este tipo de bodas.

Ceremonia con lengua de señas

Lo primero que pidió fue poder seguir paso a paso lo que se decía en el día más importante de su vida sin que su futuro marido oficie de intérprete, y lo logró: ayer, Ivonne Andrade (29 años), una mujer hipoacúsica de 29 años, pudo dar el sí a Pablo Tobares (32) por sus propios medios. La ceremonia, que se hizo al mediodía en el Registro Civil de la Comuna 5, en Boedo, contó con la asistencia de una intérprete de lengua de señas argentina (LSA) que el Inadi le “prestó” para que pueda seguir cada paso de ese momento con atención. El marido de Ivonne es oyente y aprendió lengua de señas para poder comunicarse con ella. Fue la segunda vez que se realiza una boda con una intérprete oficial en la Ciudad, y el organismo tiene disponible ese servicio en forma gratuita para cualquier persona sorda que necesite hacer trámites en dependencias públicas porteñas.

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