Friday 29 de March de 2024
CUERPO & ALMA | 09-07-2020 12:00

Coronavirus: la nueva discriminación

A la pandemia se le suma la infodemia y el sufrimiento de muchas personas de ser señalados.

Por Mauricio Strugo

Según Wikipedia la discriminación es el trato desigual a una persona o colectividad por motivos raciales, religioso, políticos, de sexo, de edad, de condición física o mental, entre otro. Es una de las principales fuentes de desigualdad.

Amnistía Internacional refiere que la discriminación ataca el corazón mismo de lo que significa ser humano. Discriminar es dañar los derechos de alguien simplemente por ser quien es o por creer en lo que cree. La discriminación es nociva y perpetúa la desigualdad.

En la actualidad frente a este virus que nos sorprendió y nos sigue desconcertando, al no saber exactamente cuándo y cómo acabará, aparecen conductas poco racionales. Desde nuestras partes más primitivas y por lo tanto más animales, nos habita el temor, un miedo diferente al que se siente cuando sucede un peligro concreto, ante el cual se ejerce una acción, como por ejemplo salir corriendo, escaparse y así evadirlo. Nos encontramos ante una situación de miedo en la que por la incertidumbre nos paralizamos y terminamos generando respuestas irracionales, una de ellas es la discriminación.

Con toda la información que recibimos constantemente, vivimos no sólo un virus que se ha diseminado por todo el mundo sino también una “infodemia”, llamada así por los efectos que produce en las personas: el bombardeo de noticias (no siempre verdaderas) que terminan generando incluso mayores problemas que el Coronavirus en sí mismo.

Ante esta situación de incertidumbre y un miedo que sentimos en nuestros hogares al encender los televisores, en las calles al ver todo el mundo con barbijos, al pasar por al lado de personas que nos esquivan y tratan de hacer el menor contacto posible, terminamos inmersos en una psicosis social en las que podemos generar muchísimo daño en el prójimo si no anteponemos la razón antes que la impulsividad.

Al ponernos irracionales por el instinto de superviviencia -desde nuestro cerebro más reptiliano-, podemos lamentablemente, atacar con la justificación de defendernos, en este caso de contagiarnos de este virus, del que incluso ni siquiera la ciencia, por el poco tiempo de existencia del mismo (6 meses) tiene certeza de cómo se contagia.

La mayoría coincide que es por proximidad y mediante partículas que explulsamos al hablar, toser, respirar cuando nos encontramos cerca de otra persona, pero hay algunos infectólogos y estudios que no coinciden si el virus está en el aire, si permanece en las superficie, si al aire libre también hay riesgo o no.

A lo largo de la historia siempre hubo motivos para discriminar, todas justificadas por sus perpetradores por creencias irracionales y quizás siempre sigan habiendo personas discriminadas por su raza, credo o grupo de pertenencia, pero nuevamente pareciera que surge un rebrote de discriminación como en la época de la lepra, donde se aislaba a esa gente no sólo por recomendaciones sino por miedo a contagiarse.

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Hoy el aislamiento y la detección de vínculos cercanos son medidas sanitarias, para cuidar a esas personas y también a la población, porque se sabe la velocidad con la que el coronavirus se contagia y se expande entre las personas, pero es una tarea de los médicos y con el objetivo de cuidar, bien distinto al de discriminar.

Está pasando a nuestros alrededores, que muchas personas se están poniendo en el rol de policías, como en épocas nefastas de nuestra historia, como el nazismo en Alemania o la Dictadura Militar en Argentina, denunciando, maltratando e incluso expulsando a otros de sus viviendas o de sus pueblos, o no dejándolos volver.

Claro, tienen miedo y claro esa persona puede tener coronavirus, pero eso no significa que no se puedan tomar medidas para ocuparse de la situación y acompañarlos, en vez de discriminarlos. Lamentablemente todo esto que nos está transformando como humanidad, además de mostrar en muchos casos conductas ejemplares y sumamente solidarias, también genera viaductos para drenar nuestro egoísmo más primitivo, en el que justificando nuestro temor puede destruir a otros que antes eran nuestros vecinos o amigos.

Está claro que hay personas irresponsables, que no respetan las leyes ni los pedidos por parte de las autoridades de mantener la cuarentena para bajar el índice de contagio, y es que personas malas y sumamente egoístas hubo, y habrá siempre, pero son los menos y estamos ante una gran oportunidad de sumar en vez de restar, ocupandonos de todas las medidas preventivas para cuidarnos, pero también para cuidar al otro.

Si sucede que alrededor nuestro alguien se contagió en vez de discriminar podes hacer, seguramente lo que esperas que los otros hagan por vos si estas atravesando una situación tan apremiante como debe ser tener un virus en el que no sabes si vas a estar sin síntomas o vas a terminar en el hospital. Empatía se suele llamar a esta acción de poder ponerte en el lugar del otro y acompañarlo de verdad.

Quizás podamos organizar junto a los vecinos para hacerle las compras a esa persona, tal vez al cocinar preparar una ración extra para ella, organizar para dejarle regalos, dibujos o cartas de nuestros hijos y un montón de otras cosas para ayudar a transitar este difícil momento y que esta pandemia al ponernos a todos tan sensibles y a flor de piel no sólo sirva para sacar nuestras peores partes sino también las más nobles.

Porque humanos somos por lo bueno y lo malo, pero ojalá nadie tenga que dejar de testearse o de poder contar alrededor por miedo a en vez de recibir ayuda, ser discriminados.

Mauricio Strugo @mauriciostrugo

Psicologo y Sexologo- Especialista en Vínculos

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