Tuesday 19 de March de 2024
CUERPO & ALMA | 18-02-2018 10:00

Ninguneo: el enemigo visible

Dichas conductas son una de las tantas formas de ejercer violencia.

Por Guillermina Rizzo*

¿Escuchaste, conocés o tal vez jugaste en alguna ocasión al Amigo Invisible? Famoso en otras regiones como “angelito” o “amigo secreto” es un juego popular en el que intervienen varias personas y consiste en que, durante un período de tiempo estipulado por los participantes, se envían mensajes afectuosos, alentadores y regalos  para agasajar al destinatario; pequeñas pistas conducen a que, sobre el final del juego, se pueda descubrir la identidad de ese amigo invisible.

Si lo jugaste estarás recordando cuando sacaste “el papelito” y te tocó tu jefe, o la persona que te gustaba, o alguien del grupo al que conocías muy poco y no sabías qué regalarle, o vaya a saber, seguramente debiste apelar a tu ingenio para que el receptor se sienta halagado.

Hay otra versión del juego denominada “enemigo invisible o diablito” que, con la anuencia de todos los participantes, el objetivo consiste en obsequiarse objetos inservibles, desfasados en el tiempo, que se acumulan en la casa o van a parar al tacho de la basura. Es evidente que en cualquiera de sus versiones la clave está en la diversión, el agasajo y el reconocimiento del otro.

Hoy les presento una perversa, violenta y casi macabra versión, para algunos también es un juego cotidiano o una forma de relacionarse; lo denomino “enemigo visible”: su presencia está a la vista y lejos está de ser un amigo.

Segregar, excluir, ningunear, negar o como dice mi abuela “matar con la indiferencia” son conductas habituales en las que se pretende negar la existencia del otro. La frase habitual y letal es “vos no”; cual gota que corroe o esquirla va lacerando poco a poco al destinario.

La lista de “vos no” es interminable y los ejemplos recaen en “vos no porque no sos lo suficientemente hábil, lindo, flaca, alto, inteligente, talentoso, creativa, sociable, divertido, seductor, desenvuelta” para un trabajo, una relación, una invitación, o lo que tu imaginación admita; negarte es la premisa, seguramente lo que sobran son atributos y allí tal vez está el problema.

Culminar la jornada habiendo recibido cientos de mensajes de rechazo implica completar cada día un nuevo renglón del acta de defunción, es quedar en un limbo y con la propia existencia negada; la misma crueldad psicológica reviste cuando es obturado el sentir producto del ninguneo emocional. Expertos aseguran que dichas conductas son una de las tantas formas de ejercer violencia, las consecuencias además de irreparables muchas veces son  irreversibles.

Quien excluye y desvaloriza a alguien de forma recurrente evidentemente tiene problemas de inseguridad, autoestima, envidia; cada vez que ignora y se ensaña en no darle entidad al prójimo de forma sistemática deja en evidencia sus falencias.

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Lamentablemente, así como no registra a sus semejantes tampoco se cansa de hacer daño, su egocentrismo le impide que pueda evaluarse a sí mismo y reconocer sus falencias.

Desde negar el saludo hasta generar vacío y excluir por completo se despliega la gama de conductas y no es sencillo superar la situación cuando una y otra vez te ningunean. Lo primero será admitir el menosprecio, luego asumir el dolor, no es recomendable la venganza, rodearte de los que te valoran y por último comprender que el problema es del otro.

Me atrevo asegurar que algo trascendente, creativo, original estás haciendo o tal vez con solo tu presencia alcanza; por eso, si el enemigo visible acecha y pretende terminar con tu brillo, con tu existencia, te recuerdo los peldaños por los que vas a transitar: primero te ignoran, después vienen las burlas, luego el desprecio y hasta el combate, transitarlos con la frente en alto y sin padecerlo implica haber ganado.

(*) Dra. en Psicología. Columnista en medios de comunicación. | Twitter: @guillerizzo

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