Tuesday 19 de March de 2024
CUERPO & ALMA | 24-09-2017 10:00

Relaciones sobre la mesa

Las cuatro patas en las que debe basarse cualquier vínculo.

Por Guillermina Rizzo*.

Decir Jack Nicholson y Jessica Lange es remontarse a la década de los 80 y recordar la película –controvertida por su escena- “El cartero siempre llama dos veces”; decir Imanol Arias y Susú Pecoraro es remontarse también a los 80 y recordar la película –controvertida por su escena e historia- “Camila”. En ambas películas, una mesa se convierte en un objeto central y “controvertido” sobre el que despliegan una escena íntima y que, gracias a las actuaciones, luces y musicalización impactaron en la platea, fueron reeditadas por osados enamorados en busca de sensaciones “novedosas” y hoy quedan registradas como escenas de “alto voltaje” en la historia

del cine.

El tema que hoy les propongo tiene que ver con los vínculos y la mesa.

Construir una relación sólida y gratificante para ambos integrantes de la pareja implica considerar diversos factores. Tal como dice Ana Goffin, psicoterapeuta, una relación se erige - o al menos debería- sobre cuatro pilares y utiliza la metáfora de la mesa, cada pata tiene una representación específica.

Una de ellas es la confianza, edificada sobre actos, el contexto de la misma es muy amplio, pues comprende desde la esperanza hasta la seguridad que se posee respecto del otro o de la situación. Implica valores e ideas con un significado atribuido por cada persona. En líneas generales la confianza se refiere a la prevalencia de la verdad sobre la mentira, fidelidad sobre infidelidad, seguridad por sobre inseguridad, las posibilidades por sobre la desazón y el compromiso por sobre las promesas incumplidas. Cuando la “pata de la confianza” se quiebra todo lo que ella involucra hace tambalear la relación.

Otro pilar es el amor, cada uno lo vive y experimenta de manera diferente, pero lejos está de lo trágico y lo posesivo; en estos contextos sociales ya no es perdurable ni exclusivo de un único

destinatario durante toda una vida, “los eternos” son casi excepcionales.

Luego está la atracción, estudiada por expertos es considerada unos de los sentimientos más potentes que existen. Insostenible formar una pareja sin esta “pata”, ya que lo más atractivo de la relación está en la atracción en sí misma. Mezcla de magnetismo a veces imposible de describirlo con palabras, va más allá de lo erótico, es “ese no sé qué” que no se limita solo al aspecto físico sino que es esa dosis poderosa y sensual que proviene de pensamientos, gestos e ideas y rozan la admiración por el otro.

La última “pata” se refiere al proyecto compartido, de donde deriva que si los objetivos individuales no son compatibles con los planes comunes y lejos están de ser negociables –considero que no se deberían negociar- es imposible definir hacia dónde y de qué manera se puede transitar de a dos.

En la era de los diseños novedosos basta ir a una mueblería para advertir que hay mesas de tres patas, de dos, hasta de una en el centro; pero seguramente al momento de elegir una sólida, perdurable, que pueda contener diversos objetos y reunir afectos importantes todos se inclinan por las de cuatro patas.

Habrá quienes quieran sostener una relación sobre la atracción y el amor, asumo que ya tiene fecha de vencimiento; otros sobre el amor y un proyecto común, ¡adelante!, el nuevo Código Civil elimina el “deber de la fidelidad”; otros combinan confianza y un plan: el resultado puede ser una rentable empresa; otros sobre la abrasadora atracción, recomiendo apelar a una joya del cine

y ver “Atracción fatal”, nunca olvidé el conejo.

Cada uno saque sus propias conclusiones y hoy domingo le sugiero ¿si tiene una mesa? revise sus patas.

* Doctora en Psicología y columnista en medios de comunicación. | Twitter: @guillerizzo

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