Wednesday 24 de April de 2024
CUERPO & ALMA | 27-08-2017 10:00

Despedida sin deudas

Cómo transitar y acompañar la muerte de seres queridos.

Por Guillermina Rizzo *.

¡Deudas! Capacidad de compra, de pago, ahorros. Palabras que seguramente a más de uno le quita sueño, genera sobresaltos y en la mayoría de los casos implica hacer un curso acelerado sobre finanzas y economía para administrar los recursos y llegar a fin de mes con la “balanza” equilibrada.

Contraer una deuda, que se aproxime la fecha para saldarla y no contar con el dinero para hacerlo es atravesar por una situación difícil; genera ansiedad, angustia, una dosis adicional de estrés y en ocasiones dependiendo de la magnitud, algunas personas llegan a situaciones dramáticas y extremas.

El tema de hoy es inherente a cada uno de nosotros y también uno de los difíciles de abordar; pues les propongo pensar en la finitud del plazo que cada ser humano tiene; dicho en términos simples, les planteo reflexionar sobre la muerte de nuestros seres queridos.

¿Cómo transitar y acompañar ese momento de “no retorno”? ¿Se puede preparar una despedida? ¿Cómo arribar al final en paz?

Analizar este tema es de suma complejidad, pues más allá de la religión que se profese, la fe, o del paradigma en el que cada uno se sustente, se trata de una circunstancia sobre la que nadie tiene experiencia, se la “conoce” pero nadie la vivió como para poder explicarla, y la mayoría de los seres evitan pensarla, imaginarla, incluso hablar de ella.

Es fuerte ver y ser testigo de ese proceso propio del ciclo de la vida en el que nuestros seres más cercanos comienzan a deteriorase, pierden su salud y el final es inexorable, más doloroso aún e inexplicable resulta cuando quienes padecen una enfermedad son nuestros descendientes o afectos que transitan la niñez o la juventud.

Llegar al final del ciclo es complejo, hacerlo sin perder el equilibrio comprendiendo que es algo inherente a la vida misma requiere de evolución; y acompañar a quienes emprenden la partida demandará abrir el corazón.

Considero que quien sufre una enfermedad prolongada, dolorosa tiene derecho a saber, en ese caso con compasión y amor habrá que encontrar las palabras adecuadas para transmitir un diagnóstico, habilitando así la posibilidad para que la persona pueda elegir –si está en condiciones- cómo quiere vivir sus últimos días.

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Es difícil preparar la despedida; los deudos deberán dejar a un lado temores y tristezas pues ya tendrán su tiempo para tramitar el duelo, y casi con el “corazón en la mano”, con soberana solidaridad y empatía suprema acompañar para cuando llegue “esa hora” que seguramente no se puede predecir y de la cual ya tiene una especie de “intuición” el que se va.

Desde la Psicología no hay una receta exacta, pero si tenemos en cuenta que según el diccionario deuda significa “obligación que alguien tiene de pagar, satisfacer o reintegrar a otra persona algo” es la ocasión en virtud de la fecha de vencimiento que se aproxima apelar a los “recursos afectivos” y entregar-se, satisfaciendo las necesidades de quien parte.

Dejar a un lado rencores y resentimientos por lo no compartido, por lo no concedido, es liberador; habrá que perdonar en silencio dejando a un lado las diferencias que existieron, pues seguramente ya no tienen la magnitud ni el significado que se les otorgó en su momento.

Es por excelencia el momento de dar, de desplazarse de la melancolía por lo vivido y “no pedir que se quede”, pues además de egoísta es un momento inexorable que quien lo transita

debe hacerlo en paz.

Despedirse con respeto y amor es comprender que hubo vida, si se pudo apelar a “los recursos” y las deudas se cancelaron redimirá a ambos; indudablemente es doloroso, pero la muerte solo se consuma cuando hay lugar para el olvido, nadie muere cuando es recordado.

(*) Dra. en Psicología. Columnista en medios de comunicación. | Twitter: @guillerizzo

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