Ya hablamos del primer duelo de estilos, en el museo de Anna Frank. Ahora nos quedan el 2 y el 3. El banquete real en el Palacio de los Orange y la visita a la oficina del Primer Ministro en La Haya.
Un "real" estilo: dejarse las canas
Para la gala, Awada eligió una vez más a la firma de Amelia Sabán, Ménage à Trois que puede decirse que es su casa de cabecera para las ocasiones más importantes. El vestido por supuesto largo, de organza en color gris acero y bordados de pailletes en tonos plata. Un diseño sensual con mangas y cola. El cabello recogido con aros chandellier.
El vestido de Máxima, imponente en nude y también completamente bordado, fue complementado con aros y collar del joyero familiar. La reina no usó tiara.
Para la jornada siguiente, Juliana Awada eligió conjunto celeste de vestido con tapado siete octavos muy parecido al que había lucido para el Bicentenario (aunque por su género no es el mismo) y Máxima un abrigo de Jan Taminiau, uno de sus diseñadores favoritos, que ya había lucido en otras ocasiones. Acompañado por aros también bordó, uno de sus favoritos.
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