Saturday 20 de April de 2024
CUERPO & ALMA | 05-02-2017 10:00

Vacaciones: momento de encuentro

Una pausa en la rutina brinda la posibilidad de conectar con la propia grandeza, comprometerse con un cambio, aceptar los miedos y también dar gracias.

Por Dra Guillermina Rizzo. 

Algunos eligen el mar, otros prefieren la montaña, están aquellos que las planifican con esmero y los que simplemente deben conformarse con la “pelopincho”. Me refiero a las vacaciones.

¿Qué son las vacaciones? ¿Su sentido es el mismo cuando solamente se extienden por un fin de semana? Ese momento excepcional ¿lo es para todos?

Vacaciones es el plural de vacación, vocablo que procede del latín ‘vacatio’ y que hace referencia al descanso de una actividad habitual. Se trata pues del momento en el cual las personas que estudian o trabajan suspenden temporalmente sus obligaciones.

En “teoría” son ese momento excepcional para buscar ese bienestar tan necesario ligado a momentos de relax, de descarga de tensiones, de cuidados hacia uno mismo, desconexión de los problemas y de un tiempo dedicado a los integrantes de la familia. Y digo en “teoría” porque los “feriados puente” posibilitaron para un sector de la sociedad la posibilidad de acceder a vacaciones –aunque más cortas- y establecer pausas no solo en los meses estivales.

Es habitual que, durante el tiempo de vacaciones, se modifiquen las rutinas, se despierte más tarde y se emprendan actividades placenteras en ocasiones postergadas; lo cierto es que quien toma vacaciones pretende descansar de los esfuerzos que supone el trabajo, el estudio, el agobio de la rutina cotidiana, y embarcarse en diversas actividades agradables que en época laboral no se pueden desarrollar.

Las vacaciones están asociadas al ocio, el descanso, el turismo (para quienes pueden) y permitirían reducir el estrés; y digo “permitirían” en tiempo de verbo potencial porque para muchos las vacaciones son esa instancia estresante que una vez más pone a prueba los vínculos. ¿Qué hacer con los niños si los padres trabajan? ¿Qué decisión tomar frente a quienes dejaron de ser niños y pretenden vacacionar con sus pares adolescentes puesto que la propuesta familiar resulta poco “cool”? Por último, ¿qué grado de placer se podrá experimentar si para algunas parejas ese tiempo únicamente será propicio para que se amplifiquen las peleas y las discusiones mantenidas durante todo el año?

Coincido con diversos terapeutas, que más allá del mar, la montaña o la “pelopincho” las vacaciones son ese tiempo para encontrarse también con uno mismo; ese encuentro íntimo y sin interferencias requiere de valentía, puesto que dicho encuentro supone en ocasiones enfrentarse a realidades poco gratas. Si bien en la historia de la religión cristiana hay toda una cultura del aislamiento voluntario que adquiere dos formas: la monástica, en la que cada sujeto está solo en su celda pero en una comunidad; y la del anacoreta: en la que se retira y está solo en el desierto frente a un espacio grande, no se requieren dichos extremos para el encuentro con uno mismo, sino que simplemente una pausa en la rutina con la música adecuada, la lectura apropiada y un buen espejo brindan la posibilidad de conectar con la propia grandeza, comprometerse con un cambio, aceptar los miedos y también dar gracias.

En una época en la que aparentemente estamos hiperconectados instantes de soledad parecieran casi imposibles, solo quien tiene la posibilidad de la pausa y de encontrarse consigo mismo tendrá luego la oportunidad de celebrar verdaderos encuentros con los otros.

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Le doy la bienvenida al mes de febrero, en enero imprimí una pausa en mi ajetreada rutina que me permitió encontrarme conmigo misma, ahora sí, más enriquecida estoy en condiciones de encontrarme con ustedes cada domingo.

Twitter: @guillerizzo

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