Thursday 28 de March de 2024
CUERPO & ALMA | 18-12-2016 10:00

Las etapas del querer, ¿en cuál estás?

Años más años menos hay vivencias comunes en todas las parejas.

Por Dra. Guillermina Rizzo.

Julieta mira el calendario adherido a la heladera, la fecha le recuerda que hace muchos años recibía junto a su flamante marido “una lluvia de arroz” en la puerta del registro civil. Percibiendo que su matrimonio va cuesta abajo, le propone a su taciturno esposo escalar el cerro Tuzgle, una actividad de mucha adrenalina tal vez traiga consigo la posibilidad de refundar la pareja. ¿Resiste la magia el paso del tiempo o cada tiempo tiene su magia? ¿En el amor se atraviesa por distintas etapas? ¿Se requiere de valentía para asumir el final?

Victoria Cadarso en su libro "Botiquín para un corazón roto” sostiene que en las relaciones se atraviesan distintas etapas, si bien dichas fases no poseen la misma duración para cada pareja y varían de acuerdo a si la llegada al altar estuvo precedida por el noviazgo tradicional o la convivencia previa, las etapas son casi universales.

La psicóloga de la Universidad Complutense de Madrid define que la primea es la del enamoramiento, con una duración promedio de dieciocho meses, se caracteriza por un tiempo lleno de esperanza, donde la sensación imperante es de reciprocidad y unión simbiótica; fantasía, deseo y pasión prevalecen sobre las diferencias, se evitan las discusiones ya que se carece de la experiencia para resolverlas.

La siguiente etapa es la de la relación y vinculación, quienes constituyen la pareja se muestran afectivos, pero a la vez comienzan a mostrar su autonomía, surge la posibilidad de convivencia, disminuye la pasión y afloran los temas conflictivos evitados en el estadio anterior.

Posteriormente se consolida la convivencia, en dicha etapa la atención y el deseo gira en torno a la “construcción del nido”, el amor se nutre de compañerismo y apego, baja el nivel sexual y comienzan a surgir molestias y altercados por cuestiones domésticas que en ocasiones se ven interferidas a su vez por suegros, cuñados y tíos. El cuarto período se denomina autoafirmación y se experimenta la suficiente seguridad como para emprender actividades por separado, momento crítico, puesto que de no existir un balance entre los deseos individuales y los comunes surge el resentimiento y las luchas de poder.

La quinta fase, de colaboración, abarca desde los cincos hasta los quince años siguientes, los hijos son los protagonistas y en ocasiones surgen fricciones por la disparidad de intereses y necesidades; puede ser un resurgimiento de la pareja pues elaboran los proyectos venideros a partir de la independencia de los hijos, la seriedad y la fiabilidad reemplazan la inseguridad y temor a la pérdida de las etapas anteriores. El último ciclo implica cumplir bodas de plata, y es uno de las más complejos; dolencias, nido vacío, familiares transitando la vejez, en ocasiones desmoronan los pilares construidos al cabo de treinta años y se ve la realidad con crudeza, es el momento en el que la pareja se rompe o bien se reformula.

Años más años menos hay vivencias comunes en todas las parejas y algunas concluyen antes de lo esperado; mostrarse sin fingir posturas evita desencantos, poner de manifiesto lo singular conlleva a un mejor entendimiento; el diálogo habilita puntos de encuentro y la discusión inteligente permite llegar a acuerdos. Desarrollar la autoestima posibilita entregar lo mejor de sí al otro, pero nada se consolida sin compromiso. Se requiere de valentía para asumir que las historias concluyen, conozco cientos de casos que luego de entender que final y fracaso no son sinónimos apuestan nuevamente; la fórmula enuncia que si hay amor, pasión y deseos de estar una y otra vez con ese nuevo ser, las mariposas retornan junto con la magia. ¡Vale el intento!

Twitter: @guillerizzo

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