Thursday 25 de April de 2024
CUERPO & ALMA | 02-10-2016 11:44

Un vínculo irreemplazable

Consolidar lazos entre tíos y sobrinos es beneficioso para ambos y para la totalidad del sistema familiar.

Por Dra. Guillermina Rizzo

Juliana regresa de sus vacaciones con una valija completa de regalos, sin desempacar se dispone a cocinar manjares, verifica que en la heladera esté la gaseosa favorita del invitado, al tiempo que pide el infaltable helado. Avisa a sus amistades que no la molesten, pues tiene una velada especial con un ser que ama profundamente. Una vez al mes Silvina recibe “al visitante” que compartirá su tiempo con exclusividad: su sobrino.

¿Qué aporta una tía en la vida de un sobrino? ¿Hay una tendencia a revalorizar dicho vínculo? El refrán dice “Al que Dios no le da hijos, el diablo le da sobrinos” reflejando que aquellas personas que no tienen hijos, no se librarán de “padecer” a los más chicos. En esta ocasión dicho adagio se aleja de la realidad y dista de las opiniones de los profesionales, pues consolidar lazos entre tíos y sobrinos es beneficioso para ambos y para la totalidad del sistema familiar.

Décadas pasadas era habitual que una casa albergara varias generaciones, conviviendo hijos, abuelos, padres, tíos, relaciones intergeneracionales que ocasionaban que los roles se desdibujaran o controversias en la estipulación de límites; generalmente la tía soltera cumplía tareas semejantes a las de una niñera.

Si bien en la actualidad, y de acuerdo a los datos del último censo, lo que prevalece son entornos más limitados compuestos por padres y hermanos, cabe darle importancia y especialmente un espacio a la relación tío/sobrino, pues obviamente cuando la relación entre los hermanos es buena, el aporte del tío para con ese ser, es invalorable. Un tío a una tía se compara con una “ventana a un mundo”, que a veces los padres no pueden abrir, ya sea por falta de tiempo, más de tres o cuatro hijos, o un presupuesto económico que en ocasiones no permite ciertos lujos.

Desde comprarles ropa o jugar, contarles cuentos que nadie les narra, hasta acompañarlos a la consulta médica o el acto escolar, son algunas de las tareas que con absoluta confianza los padres delegan y las tías ejercen con amor. Ir al cine a ver la película que nadie quiere ver, hacer un picnic en el balcón o dar tres vueltas a la feria de artesanías para dar con la gema que falta en la colección, son actividades cotidianas para una tía, máxime si es soltera.

Tías que aún no formaron una familia son cada vez más valoradas, generalmente son personas abocadas a una profesión con escaso tiempo; pero las tías del siglo XXI se desviven por reforzar lo que aportan los padres o por proveer lo que ellos no pueden dar; claramente llevan la parte sencilla en la tarea de educar, pues a los berrinches, desvelos y llantos generalmente asisten los padres.

Mientras que los progenitores se abocan a la crianza, tías y tíos revisten su función de un carácter lúdico, referentes válidos, cómplices y compinches, comparten conocimientos, hobbies y actividades diferentes ampliando así el abanico de posibilidades y de intereses.

Establecer límites, no desacreditar a los padres, no encubrir actos que merecen reprimendas son acciones que también les competen a tíos y tías; observar y acompañar con un grado de preocupación diferente a la de los progenitores no implica ausencia de responsabilidad. Ser tía está signado por experiencias anteriores, por eso celebro la presencia de mis tíos y agradezco a mi hermana que me dio la posibilidad de serlo, sin dudas el mejor regalo que me ha dado.

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Twitter:  @guillerizzo

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