Friday 29 de March de 2024
ACTUALIDAD | 09-09-2016 08:47

La fobia social o el temor a hacer el ridículo en público

Este tipo de trastorno de ansiedad suele comenzar cuando los niños ingresan en la pubertad.

Por Mira Fricke (especial de la agencia DPA)

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Sudores, temblores, mareo: quienes sufren de fobia social padecen todas estas cosas juntas. Sabrina es una de ellas. "En las peores épocas no me animaba ni a entrar en el aula de la universidad", cuenta la joven. "A veces me siento como paralizada, con la capacidad de reacción reducida", asegura.

La fobia social es el miedo a hacer el ridículo en situaciones en las que hay otras personas, como por ejemplo cuando se tiene que hablar con alguien, cuando hay que brindar una conferencia o incluso cuando se come o bebe en público.

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Este tipo de trastorno de ansiedad suele comenzar en la juventud, cuando los niños ingresan en la pubertad y comienzan a separarse lentamente de sus familias. Eso hace que el contacto con personas de su misma edad y por ende, con personas menos conocidas, sea más frecuente, lo que puede generar mucha inseguridad en algunos individuos. Si bien es poco frecuente, la fobia social también puede afectar hasta a niños en edad de jardín de infancia.

A diferencia de las personas que son simplemente tímidas, los afectados por la fobia social se ven limitados de forma extrema en su interacción con otros. Además, sus miedos no se producen en un lapso acotado, sino que pueden prolongarse en el tiempo.

En el caso de Sabrina, sus temores alcanzaron el pico máximo cuando comenzó a estudiar. No iba más a los teóricos y no se atrevía a hablar con los profesores. Apenas tenía contacto ya con su familia. Hasta que un consejero de la universidad le recomendó hacer una terapia. Sabrina logró tomar coraje para esta decisión un tiempo después. Buceando en Internet conoció a otras personas afectadas y juntos terminaron formando un grupo de autoayuda. "Me ayudó mucho poder hablar con otros que me entienden. Nadie juzga a nadie. De esta forma gané confianza e hice nuevos amigos", dice hoy en día.

La terapia conductista es el mejor tratamiento para este problema. La idea es que los afectados aprendan pequeñas técnicas para enfrentar situaciones difíciles. En la mayoría de los casos, los miedos van variando a lo largo de la vida. De acuerdo con los especialistas, pueden volverse más fuertes en determinados periodos vitales, como por ejemplo cuando se empieza en un trabajo nuevo.

Tras recibirse, Sabrina encontró rápidamente trabajo. Sin embargo, sus nuevas tareas la obligan a estar en contacto permanente con otros colegas. Muchas veces se siente mal y duda de sus capacidades. Quiso renunciar a las pocas semanas. Pero una colega detectó su problema y habló con ella: "Fue muy comprensiva, me dio ánimos. Hoy día es una buena amiga", afirma. En tanto, Sabrina ya aprendió a ganarse su lugar en el equipo. Su jefe también es comprensivo, aunque no recibe un trato especial. Ella tampoco lo quiere tener.

Los especialistas advierten que los afectados no ganan nada con estrategias defensivas. Sabrina logró dominar su fobia con la ayuda de la terapia conductista y el grupo de autoayuda. Además, asiste a cursos en los que se entrena en retórica, idioma corporal y la confianza en sí misma. Hoy día asegura: "Ya no trato de evitar las situaciones que me dan miedo, sino que aprendí a enfrentar mis temores".

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