Thursday 18 de April de 2024
ESTILO MARIANA | 11-08-2016 16:02

Furriel: “La pobreza es a causa de la corrupción”

El teatro es su espacio preferido, el lugar del actor, según sus propias palabras. Aunque se siente libre y a gusto en la TV y en el cine.

A los 13 años tuvo su primer contacto con el teatro en la escuela. Sus padres le propusieron buscar en el arte un sosiego para su carácter revoltoso. Así encontró su destino de actor.

Más tarde, supo nutrir ese espíritu con las lecciones del conservatorio de arte dramático argentino. El teatro es su espacio preferido, el lugar del actor, según sus propias palabras. Aunque se siente libre y a gusto en la TV y en el cine.

Mariana Arias: Pasaste tu infancia y adolescencia en Adrogué. ¿Qué valores te seguís llevando del barrio?

Joaquín Furriel: Tengo recuerdos que me dan felicidad! vivíamos en las 5 esquinas entre Adrogué y José mármol, calles de tierra, canchas de futbol, que según la edad y si eras talentoso en el juego podías ocupar. Siendo de clase media jugaba al fútbol con gente con otras realidades, conocer esas realidades me enseñó a ser respetuoso de las diferencias.

De su familia le gusta la fusión entre comerciantes pragmáticos y académicos amantes de lo artístico. “Fueron años en los que viví con mucha libertad e independencia”, asegura con luz en sus ojos.

Su vocación se despertó en un instante mágico. “Cuando hice la primera improvisación en teatro fue como una victoria contra el tiempo, en ese juego me di cuenta de que me podía comunicar mejor.” Así tomó la decisión de ser actor.

-MA: Estudiaste en el Conservatorio de Arte Dramático ¿Cómo se forma un actor en esa escuela?

-JF: Teníamos todos los días materias relacionadas con la voz, el cuerpo, la actuación, teatro argentino, clásico, siglo de oro, teatro en verso, historia del arte argentino, una gran formación cultural.

-MA: ¿Crees que hace la diferencia estar bien formado? ¿Crees en el talento o en el trabajo y el entrenamiento?

-JF: Los actores que yo respeto y miro son actores que hablan desde el trabajo. Aunque se que se puede crecer como actor desde la intuición, uno puede resolver de manera innata y a la larga se aprende y te podes transformar en un buen actor. Pero yo me enamoré del camino del estudio, de la formación. Es una elección, no se si es mejor o peor.

-MA: En teatro una de tus primeras obras fue "El Puente" de Gorostiza y "Locos de Verano" de Laferrere, todas dirigidas por Daniel Marcove en el Teatro Cervantes y en el Teatro Alvear. ¿Qué marco le da al actor el teatro?

-JF: El teatro es “el lugar” del actor, es uno el que toma las decisiones todas las noches en el escenario, de manera integral: el texto, la voz y el cuerpo. A mi me estimuló haber trabajado siempre con grandes actores y eso me ayudó mucho. Daniel Marcove fue muy importante para mi, me dio una de las posibilidades más increíbles.

-MA: Si hablamos de teatro las palabras mayores siempre están y estuvieron relacionadas a la figura de Alfredo Alcón, con quien trabajaste en Rey Lear y Final De Partida. ¿Qué aprendiste de esa experiencia?

-JF: A amar profundamente la profesión, a estar atento, que el trabajo hable por uno de la mejor manera; el ego es importante pero hay que controlarlo, es el carro no el caballo. Alfredo decía que cada uno es único. Cada día me dejaba una nueva lección.

Joaquín Furriel cree en el trabajo, en concentrarse en cada personaje sin importar el contexto, ni siquiera el éxito que pueda o no tener. “Lo importante para mi es estar atento a lo que hago, el trabajo siempre trae trabajo, nunca sabes por donde puede saltar la liebre”. “Trato de no compararme con nadie, cuanto te miras en otro empezás a desfigurarte. Cuando te pensás en el otro, dejas de ser vos”.

.MA: Un actor tiene que buscar su propia identidad, su estilo personal. ¿Cuál es el tuyo?

-JF: Creo que logré ser abierto a la hora de elegir, opté por trabajar en diferentes proyectos, todos muy distintos y no quedarme en un ámbito endogámico.

En 2015 interpretó a Rafael Valmora en la serie dirigida por Juan José Campanella, Entre Caníbales. Un villano inescrupuloso que le hizo ganar un Martín Fierro al mejor actor. “Me encantó trabajar con Campanella, le da mucha importancia a la dirección de actores y eso siempre es muy estimulante. Crear un personaje es empezar a buscar interrogantes, cuantas más preguntas mejor”.

-MA: Tu personaje Rafael Valmora era un líder político, un hombre al que le interesaba el poder ¿te pareció importante reflexionar a partir de tu personaje sobre la clase política argentina? Justo en un año electoral en el cual después de 12 años de un mismo signo político teníamos la posibilidad de la alternancia ¿Cómo viste el cambio? ¿Cómo lo vivís?

-JF: Durante muchos años hubo kirchnerismo- antikirchnerismo,

hoy está cambiemos en el poder. Creo que terminó esta simplificación de decir esto es blanco o negro, si no pensás como yo soy tu enemigo. En esa encerrona hubo quienes se beneficiaron. Pero nadie quiere que a La Argentina le vaya mal. Por otro lado, fue un gobierno de fuerte personalidad, hay cosas que se pueden valorar y otras que no se valoran. Yo estoy expectante y voy a seguir exigiendo.

-MA: ¿Qué pensás de los casos de corrupción?

-JF: La corrupción no le pertenece a un partido político, le pertenece a las personas y es importante que la justicia se ocupe y juzgue a esas personas. La pobreza que sufrimos en nuestro país es a causa de la corrupción.

A la hora de recordar el ACV que lo sorprendió en un avión el año pasado se sensibiliza, piensa en si es el ámbito o no para hablar de su vida privada. No le gusta mostrar su intimidad. Le digo que me pareció interesante lo que había leído sobre sus sentimientos y su intención de negar lo que le estaba pasando.Y me dijo siempre mirándome a los ojos: “Yo tuve un par de golpes muy duros en mi vida y trabajé mucho para poder resolver esos conflictos. Pero cuando tenés un ACV y no hay una respuesta médica de porqué pasó, te conectas directamente con la finitud, con lo vulnerable que somos. Me di cuenta, de golpe, de que la vida es un hecho muy efímero. Aprendí a no negar lo que me pasa. Y hoy tengo una visión menos prejuiciosa y exigente de la realidad.

Su estampa y la manera inteligente de decir lo convierte en un caballero, Fina estampa, caballero… un hombre que ama lo que hace, que tiene en su trabajo el motor y la ética para seguir creciendo. Un actor con los atributos necesarios para tomar desafíos cada vez más exigentes. Aunque intente escapar de esa visión, la exigencia es parte de su naturaleza.

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