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ACTUALIDAD | 09-04-2016 08:13

Pintura y tragos, el nuevo after office

En las Jam de dibujo hay modelos en vivo y bandas de jazz. En Paint Nite todos vuelven a casa con una obra.

Es de noche y, en el bar, cada comensal tiene en su mesa una copa de vino, un trago o cerveza, y además, un juego de lienzo, pinceles y acrílicos. En el medio del salón, una pintura terminada sirve de modelo. Cuando comience el encuentro, un artista hará el rol de guía para que todos los asistentes logren, en apenas tres horas, imitar ese cuadro y llevarse su propia obra de arte a casa. Al mismo tiempo, en otro barrio porteño ocurre una escena similar. Con un cóctel en una mano y un lápiz en la otra, una treintena de personas disfruta de una salida especial: dos modelos posan para que los dibujen, mientras una banda de jazz le agrega música al momento.

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Así transcurren, respectivamente, las Paint Nite y las Jam de dibujo, un tipo de programa que combina arte con salida nocturna, y suma adeptos en la Ciudad. Aunque diferentes, ambas comparten la misma premisa: a la hora del after office, explorar la propia creatividad, sin presiones y mientras se disfruta de una copa entre amigos.

“Estas salidas tienen algo de lúdico, de recuperar el dibujo o la pintura como una parte que todos tienen dentro desde chicos y que creen haber perdido. Desde el rol de guía, también hay que saber comunicar, para que el que viene a pasar un buen rato no se frustre. La mayor satisfacción es que una persona sin experiencia, que pensó que no iba a poder pintar nada, se lleve a su casa un cuadro”, explica Tomás Stiegwardt, profesor de la Escuela Nacional de Bellas Artes a cargo de ser guía en las Paint Nite.

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Mientras las pinceladas van y vienen sobre el lienzo, los camareros recorren las mesas llevando bebidas y picadas. “¡Quiero más pintura azul!”, “un daikiri, por favor”, se escucha a la vez. Para las amigas Hemilse Debrouvier y Evelyn Panduro es su primera salida de este tipo. “Nunca pintamos pero nos encantó la idea de tener una noche distinta. Al principio es difícil, pero el cuadro nos terminó saliendo. Vamos a volver con todo el grupo de amigas”, dicen. Sandra Yarlone, en cambio, ya es habitué: “Aunque todos estamos copiando el mismo cuadro, le ponemos una impronta distinta. Hasta el más ansioso se puede llevar la pintura terminada a casa”, comenta.

El movimiento de “social painting” comenzó en Boston hace unos tres años y, rápidamente, la marca Paint Nite se replicó en varios países. Hoy ya se vendieron en todo el mundo más de dos millones de tickets. En Buenos Aires, se realizan todos los meses y la entrada incluye materiales, pinceles, atriles y delantales. “La idea es que sea como un after office diferente. El que sabe pintar lo disfruta porque pinta con sus amigos y se divierte, y el que no tiene ninguna relación con el arte se maravilla de lo que puede lograr”, dice Genoveva Aguirre, la organizadora.

En vivo. Maxi Muñoz inventó las Jam de dibujo a partir del gusto de juntarse con amigos a dibujar con un modelo en vivo. Lo que comenzó como algo under pronto sumó más personas y ahora organiza dos por mes, en los centros culturales Santos 4040 y Club Cultural Matienzo. Aquí todo es libre, y cada uno utiliza sus propios materiales, a elección.

“En realidad, todos dibujamos un poco. La idea es volver a conectarnos con ese lado espontáneo, por eso la Jam es libre, no hay profesor ni lineamientos de ningún tipo. Es una salida donde terminás conociendo gente afín, y si no estás inspirado, charlás y ves lo que hicieron otros”, indica. Mientras una banda improvisa temas de jazz, los comensales resuelven en papel el dibujo de los modelos que posan en el escenario. Cada tanto, la pose cambia y comienza un nuevo boceto.

“Es como ir a un bar con amigos, a relajarte y también a expresarte”, señala Juan Ian, un habitué. Para Agustina Sein, estudiante de Artes Plásticas, es el “ambiente ideal” para crear: “Las luces y la música de fondo lo hacen aún más inspirador, y también el poder compartir un interés común con todos los presentes”.

El boom de los libros para colorear de adultos

Con diseños cada vez más sofisticados, los libros para colorear para adultos hoy son un éxito de ventas en todo el mundo. La tendencia comenzó en Europa –donde la escocesa Johanna Basford vendió más de 1,4 millones de copias de su primera obra, Jardín encantado–, rápidamente se extendió por el mercado estadounidense y luego aparecieron las versiones locales.

“Colorear libros ya no es sólo una actividad para niños. Entre los adultos, ayuda a reducir el estrés y mejorar la concentración, además de permitirnos recuperar la creatividad perdida. La idea es jugar a ser artistas”, agrega Luz Henríquez, directora de la Editorial El Ateneo. Entre sus tomos, se cuentan Arte medieval, Jardines extraordinarios y Las mil y una noches.

“Están pensados para llevar en el bolso y pintarlos en los ratos de espera o cuando queremos desconectarnos, explica Magalí Etchebarne, de Penguin Random House, que ya cuenta con tres títulos, dos de “arte antiestrés” y uno inspirado en la serie Game of Thrones.

En Into the Air proponen colorear la obra de Mart Aire, un referente del Street Art. Como parte de esta tendencia, la colección Buenas Ondas de Editorial Perfil también lanzó este año ocho volúmenes especiales “antiestrés”, con cuatro variedades para pintar: Animales, Azulejos, Arboles y Mandalas.

* Nota publicada en la edición impresa de DIARIO PERFIL

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