No era una ocasión como todas: el primer viaje de Máxima y Guillermo como reyes a Francia, nada menos que la cuna de la moda. Si bien el guardarropas real en el caso de la soberana de Holanda suele siempre ser impactante, en esta ocasión se ve que fue más esmerado que de costumbre.
Un "real" estilo: dejarse las canas
La bandera fue la casa belga Natan, que viste habitualmente a la reina así como también el diseñador danés Claes Iversen. Este último fue el encargado de la llegada triunfal de la reina, con un vestido rosa palo labrado, con sombrero y guantes al tono, que había presentado en su última colección pero en beige. Los aros, en oro blanco y diamantes rosados y su habitual reloj Cartier.
Luego siguió con el rosa: un vestido con un saco siete octavos estampado y un sombrero pill-box a lo Jackie Kennedy.
Para el banquete de Estado, por la noche, lució un vestido de gasa y estampado floral superpuesto en dorado, con cabello suelto y joyas de oro.
En la segunda gala, donde ellos fueron los anfitriones, optó por un vestido negro con figuras blancas y fuscia, muy vanguardista.
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