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ACTUALIDAD | 14-02-2016 10:33

Barbas blancas: cuando la política juega a establecer una tendencia

Aníbal Fernández, Amado Boudou, Carlos Kunkel y Florencio Randazzo reaparecieron con similar estética. Estilo setentista, espíritu relajado, casualidad o mensaje encriptado.

Por Julieta Mondet

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La cumbre del PJ fue el lugar del reencuentro. Allí sorprendió un Aníbal Fernandez de chomba y bigote recortado. Pero la informalidad no fue lo que más llamó la atención sino su nuevo look que, parece, marcó tendencia: una tupida barba blanca. A él le siguió el diputado Carlos Kunkel,  quien apareció en el Congreso de la Nación bronceado y también con la barba crecida. Luego surgieron Florencio Randazzo y Amado Boudou. El primero mostró una barba que luego emprolijó para aparecer ayer junto a Macri y Guillermo Dietrich en Quilmes. Y por último, el ex vicepresidente recién llegado de sus vacaciones en México en donde visitó a su novia pasó por el acampe de la organización de Milagro Sala en Plaza de Mayo y tampoco pasó inadvertido. El comentario: lo tostado que estaba y su barba canosa. Casualidad o no, luego de dos meses de ostracismo, los kirchneristas volvieron a escena y con looks similares.

Rebelde Way. “Si bien la barba se puso de moda, que todos aparezcan en este momento particular luciéndola parece significativo. Podría tener que ver con la caída de la imagen que han tenido políticamente y la necesidad de cambiarla. La barba en nuestra historia  está también asociada a los revolucionarios de los 70. Entonces, que hoy con el Gobierno que tenemos, que el kirchnerismo asocia con una ‘dictadura’, estos cuatro políticos se muestran con barbas y alejados del poder, es llamativo.  No hay que perder de vista que siempre se sirvieron de los relatos de los 70. Ellos forman parte de una tendencia más revolucionaria y eligieron la barba como un símbolo de ello”, explica la psicoanalista Margarita Marsan.

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El antropólogo Sergio Rulicki ahonda en el concepto: “Como en Occidente el bigote  está asociado históricamente con la profesión militar puede ser que su uso sea inconscientemente rechazado por el electorado ‘progresista’, mientras que la barba completa y larga está relacionada con líderes revolucionarios  de izquierda como Fidel Castro y el Che. En nuestro país se llegó al extremo de que en la década de 1970, el cabello largo acompañado por barba y bigote resultara suficiente para que se sospechara de la pertenencia a alguna organización subversiva. Por otro lado, resulta curioso que actualmente ningún senador norteamericano muestre algún tipo de vello facial, y que  el 90% de todos los cargos legislativos estén ocupados por políticos que llevan el rostro completamente afeitado”.

Relax. Para la psicóloga miembro de APA Any Krieger se trata de un efecto vacaciones: “Puede interpretarse como una liberación de una situación estresante, de cargos de mucha responsabilidad, un estado de corte con algo que venía sucediendo. Dejarse la barba como quien se saca el saco y la corbata”. Para Marcelo Sorzana, director de Surreal Marketing “el mensaje que dan con esas barbas tiene que ver con la despreocupación, marketing veraniego: dejamos el Gobierno, pero estamos fenómeno. Forma parte del nuevo relato. Quizás buscan mimetizarse con el establishment de los 90 cuando estar bronceado era un sinónimo de prosperidad y por lo tanto de ocio. No hay nada casual en la política. Seguramente aparezcan muchos más con este look”.

Argentinidad al palo. La barba también está asociada con la virilidad masculina. “Es un símbolo de carácter sexual secundario”, explica el psicólogo Eduardo Tesone. “Es un atributo masculino que  otorga la cara un aspecto más agresivo. En la Edad Media era habitual que los guerreros que peleaban usaran barbas largas para poder tirarse de ellas. Era un signo de ausencia de miedo.La barba intenta dar un aspecto más varonil”, analiza el psicólogo Harry Campos. Y Sorzana completa: “Los hombres creen que porque se dejan estas barbas son más masculinos. Lo más importante siempre es el poder. Aunque también pueden mostrar un look dejado”. Al mismo tiempo, éste asegura que nunca le recomendaría a un político dejarse la barba basándose en un principio de la neurociencia “que dice que todo aquel que tiene barba tiene algo que ocultar. Puede ser una cicatriz o una mala gestualidad”. Por ende, puede ser contraproducente para la imagen de un político.

Rebeldía, relax o moda masculina, todos coinciden en que tiene que ver con un cambio de época.

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