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CUERPO & ALMA | 19-12-2015 22:07

Tratamientos para terminar con la transpiración excesiva

Cerca de 800 mil argentinos sudan más de lo necesario en manos, pies y axilas. Qué hacer.

Por Noelia Veltri 

Hasta hace poco, transpirar en exceso era visto como una cuestión meramente estética, pero hoy se sabe que se trata de un problema de salud que afecta la vida social, laboral y cotidiana de muchos pacientes. “Empecé a sudar mucho desde chica, aunque a los 13 años todo empeoró: apenas me bañaba, mojaba la ropa en la zona de las axilas y tenía que cambiarme. No quería levantar los brazos ni abrazar a nadie. Comencé a usar prendas negras y amplias para que nadie se diera cuenta, o me cambiaba varias veces al día”, relató Fernanda Carnelli, de 41 años.

Como ella, cerca de 800 mil argentinos padecen transpiración excesiva o hiperhidrosis, que se produce por una actividad desmedida de las glándulas sudoríparas en las axilas, las palmas de las manos y los pies. El tema ya es motivo frecuente de consulta médica y hay nuevas opciones de tratamientos, que van desde el bótox hasta la cirugía láser, con tasas de éxito del 90%.

“En el último tiempo aumentaron las consultas porque la gente sabe que hay una enfermedad, que se llama hiperhidrosis, que puede ser tratada. Entonces salen del ‘transpiro mucho pero no tengo demasiado por hacer’ y consultan”, contó a PERFIL Joaquín García-Morato, director del Centro Argentino de Hiperhidrosis y Eritrofobia.

La transpiración “descontrolada” se llama hiperhidrosis primaria, no tiene causa específica y, además de axilas, manos y pies, puede afectar la cara y el cuero cabelludo. “Quienes transpiran en las manos o los pies heredan este trastorno y lo sufren desde pequeños –sabemos que una persona con hiperhidrosis tiene 25% de probabilidades de transmitirle la patología a un hijo–, mientras que en las axilas el problema suele manifestarse en la adolescencia. El pico de consultas se da entre los 20 y 30 años, cuando la gente empieza a sociabilizar más, a estudiar, a trabajar o a formar pareja. Es ahí cuando esto pasa de ser una molestia a un problema que afecta la vida cotidiana”, agregó el experto.

Este es el caso de Gustavo Soler, de 40 años: “Dar la mano completamente transpirada no es agradable, pero también se complicaba utilizar un teléfono, una computadora o escribir. A los 5 años tenía que usar una hoja para no mojar el papel en el que estaba escribiendo, y con los años todo empeoró. Lo único que quería era resolver el problema, pero me encontré con médicos que ni conocían la patología”.

Terapias. “La primera opción para tratar la hiperhidrosis es la local, con desodorantes en aerosol o roll-on elaborados a base de sales de aluminio. La segunda alternativa es la aplicación de toxina botulínica o sesiones de radiofrecuencia fraccionada con agujas, aunque éste es un método más nuevo en Argentina. La diferencia es que con la toxina la glándula sudorípara se desactiva, y con la radiofrecuencia se destruye. La tercera alternativa es la operación que se realiza en las manos”, explicó Sergio Escobar, miembro de la Sociedad Argentina de Dermatología (SAD).

Con la toxina botulínica, que tiene entre 80% y 90% de éxito, el efecto puede durar entre seis y nueve meses (depende de la cantidad de sudor), luego de los cuales hay que repetir la sesión. Cada aplicación cuesta entre $ 2.500 y $ 9.000, dependiendo de la zona. La radiofrecuencia ronda los $ 4.000 la sesión, y los desodorantes, exitosos en el 60% de los casos, pueden durar hasta dos años y son más económicos (cerca de $ 2.000).

“Los mínimamente invasivos son, junto con la cirugía, los tratamientos reconocidos, al margen de la iontoforesis, que consiste en pasar por la piel un aparato que cambia las polaridades eléctricas. Aunque es menos cruento, requiere cierta aparatología y por eso no es tan común”, sostuvo Cristina Pascutto, secretaria general de la SAD.

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“En mi caso empecé un tratamiento local con deso-dorante roll-on en 2012. Sé que siempre lo voy a tener que usar –me lo pongo a la noche cada 15 días– porque transpirar mucho está en mi naturaleza, pero encontrar un tratamiento me cambió la vida”, contó Carnelli. “Me operé hace diez años, terminé mi carrera y hoy puedo decir que la intervención es hiperrecomendable”, concluyó Soler.

La opción quirúrgica

Para los pacientes que no tuvieron buenos resultados con otros tratamientos, existe la opción de la cirugía. “La operación consiste en cortar los nervios que provocan la transpiración y se encuentran en la cadena simpática ubicada en el tórax. La tasa de éxito es alta: en la palma de las manos llega casi al 100%, y en las axilas al 80%”, afirmó Juan Braga Menéndez, del servicio de cirugía torácica del Hospital Universitario Austral.

Según explicó Sebastián Defranchi, del equipo de cirugía torácica de la Fundación Favaloro, donde se hace entre una y dos cirugías por semana, “la simpatectomía con asistencia de videotoracoscopia se realiza bajo anestesia general porque hay que hacer dos pequeñas incisiones a la altura de la axila, a través de las cuales se coloca una cámara. Aunque el alta es en el día, lleva aproximadamente una semana volver a la vida normal y existe la posibilidad de que aparezca sudoración compensatoria”. Como no se considera enfermedad, las obras sociales y prepagas no cubren el procedimiento.

Esta nota fue publicada en la edición impresa el Diario PERFIL.

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