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ACTUALIDAD | 11-07-2015 12:36

‘Sangre fashion’: el lado oculto del glamour

Entrevista a María Inés Krimer, autora de una trilogía protagonizada por la investigadora Ruth Epelbaum, que ahora incursiona en el mundo de la moda y los talleres textiles clandestinos.

Por Osvaldo Aguirre

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Nadie atraviesa el mundo de los negocios sin ensuciarse. La frase pertenece a un personaje de María Inés Krimer (Paraná, 1951) y se pone a prueba en Sangre fashion, una novela que presta atención a los talleres textiles clandestinos y al lado oculto de un ambiente asociado a la belleza y el estilo. “Cuando uno empieza a escarbar en el mundo de la moda aparecen problemas pesados, y más bizarros que los del capitalismo en general, porque al haber tanto glamour la explotación laboral resulta ominosa”, dice la escritora.

Sangre fashion cierra una trilogía protagonizada por la detective Ruth Epelbaum, una ex archivista que vive en Villa Crespo y resuelve los casos con la ayuda de una asistente, Gladys. El disparador, destaca Krimer, fue el impacto que le provocó el derrumbe del edificio Rana Plaza, en Bangladesh, en 2013. Más de mil personas, en su mayoría mujeres y niños, murieron a consecuencia del accidente en un bloque de ocho pisos donde funcionaban fábricas de ropa de marcas internacionales.

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“Mis ficciones están muy cruzadas con los problemas de la actualidad. Me interesa contar una historia individual en el marco de un conflicto colectivo, incluso por una cuestión de riqueza del relato, y en última instancia el planteo colectivo es cómo veo el mundo”, advierte Krimer, a punto de participar en la Semana Negra de Gijón, en España, cuyo tema central será la violencia de género y el lugar de la mujer en el policial.

Lo que une a la serie no es sólo el personaje, sino una indagación en torno a la imagen y al cuerpo femenino. Sangre kosher (2010, traducida al alemán en 2014), la primera entrega, surgió cuando Krimer se enteró de que una tía abuela había sido traída desde Polonia engañada por la Zwi Migdal –la mítica organización de tratantes de blancas– para trabajar como prostituta en Buenos Aires. En Siliconas express (2013), Ruth Epelbaum se internó en el ambiente de las cirugías plásticas. Ahora, en Sangre fashion, cuenta la autora, “el sobrino intenta meterse en el mundo de la moda y todo deriva en los talleres clandestinos, en la relación con los bolivianos y en las noticias que leemos en los diarios vinculadas con este nuevo tipo de explotación laboral”.

Para Krimer, el policial es un género misógino y machista en las versiones clásicas, de las cándidas víctimas en los relatos de Edgar Allan Poe a las malvadas criaturas que Raymond Chandler pone en el camino de Philip Marlowe. No obstante, “desde hace unos años la balanza empieza a estabilizarse y en la Argentina hombres y mujeres tenemos el mismo problema de construcción del verosímil, de cómo hacer que un detective sea creíble”.

En su caso, lo logró a través de un personaje donde procesa diversas lecturas y donde resuenan experiencias familiares, como el idish que hablaban en su casa los adultos, cuando no querían que los menores se enteraran de la conversación, y que ahora retorna en refranes y términos específicos.

El origen de Epelbaum la lleva a un episodio de la infancia: “Mi papá traía libros de la biblioteca de la Asociación Israelita de Paraná. A veces yo lo acompañaba. Al lado funcionaba un archivo donde había una mujer que escribía siempre a mano, y que me llamaba la atención por estar en ese ambiente de encierro, de papeles, de circulación de historias. Nunca hablé con ella, era la mujer del archivo”.

La trilogía surgió por encargo de Juan Sasturain para la colección Negro Absoluto, de la editorial Aquilina. Krimer vuelve al lugar del crimen en su escritura: “Me entusiasmé, ahora me cuesta zafar del registro. Si bien terminé un libro de relatos porque quería correrme del policial y probarme en otro tipo de escritura, en este momento estoy trabajando nuevamente una novela policial e intentando crear otra investigadora”, adelanta.

Nota publicada en la edición impresa del Diario PERFIL.

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