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ACTUALIDAD | 24-06-2015 10:28

Dilma bajó 16 kilos gracias a Ravenna

Entre funcionarios y miembros de su gabinete ya suman 72 los kilos que bajaron con la dieta del médico argentino. Su punto débil: los platos dulces.

Por Ernesto Ise

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Todo comenzó con una situación informal y con un comentario que, cuando la metrosexualidad carecía de significado alguno, se hubiera calificado de típicamente femenino. En agosto del año pasado a Dilma Rousseff le llamó la atención cuán cambiados estaban algunos funcionarios e incluso uno de sus secretarios y preguntó qué estaban haciendo. Fue entonces que, primero se enteró que estaban a dieta y dónde. Luego su interés creció y finalmente ella misma comenzó la suya superado ya el trago amargo que significó el Mundial de Fútbol y terminado el duro proceso electoral que le posibilitó acceder a su segundo mandato presidencial.

Para ese entonces, Eleonora Menicucci –titular del Ministerio de la Mujer–, la alentó exhibiendo su propio resultado: 17 kilos menos. El listado de colegas en tratamiento incluía al ministro de Justicia, a la de Agricultura, y a la entonces ministra de Planeamiento. Y fue a fines del año pasado que esta situación se hizo pública cuando, en un desayuno con periodistas, la propia Dilma dijo que no podía comer nada porque estaba a dieta.

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Y al poco tiempo se supo que Dilma era una “paciente más” de la clínica que en Brasilia aplica el sistema de mejoramiento alimentario del argentino Máximo Ravenna.

Cambios. Si bien en los actos procotocolares el cambio se había comenzado a notar, hubo situaciones más complicadas de su gobierno, que eran objeto noticioso más importante. Pero fue hace unos días que se hicieron públicas unas fotos de ella paseando en bicicleta en los alrededores del Palacio de la Alvorada –la residencia presidencial brasileña– vestida con calzas y una campera deportiva que no dejaban duda alguna de su nueva silueta.

Consultado en Buenos Aires, Ravenna dijo a PERFIL que él “está al tanto de todo lo que tiene que ver con su descenso de peso y la evolución de ella y que prácticamente llegó al peso ideal que es el que habían pactado cuando la vi, es decir, por debajo de los 70 kilos, con un descenso de entre 15 y 16 kilos, que es un descenso normal para ella. Puede bajar unos kilos más si ella quiere, pero está dentro de los parámetros de lo que se llamaría peso saludable.”

Ravenna se entrevistó por primera vez con Rousseff en enero de este año, en Brasilia, cuando ella ya había logrado reducir exactos 7,2 kilos (ver subnota en esta página). En abril se iba a producir una segunda visita aunque terminó cancelándose por un tema de agenda. Igualmente, dada la importancia del “paciente presidencial” Ravenna explicó a PERFIL que “el monitoreo de su evolución lo hacemos telefónicamente, me van planteando las dudas y así lo manejamos. Tampoco es imprescindible que yo esté allá porque el equipo de Brasilia está entrenado para manejar cualquier tipo de casos. Lo que hicimos al principio desde acá fue avisar a la clínica de Brasilia que la trata que sean rigurosos con ella como con los demás pacientes. Esto es, no hacerle favores por ser la presidenta, ya que al tener que bajar entonces unos 18 kilos puede tener ganas de abandonar el tratamiento.”

Dilma ya bajó 16 kilos y según explicó el médico argentino empezó a comer más cantidad teniendo cuidado con los alimentos que puedan “gatillar” las ganas de seguir comiendo. Del listado de políticos que siguen la misma dieta figuran Eleonora Menicucci, quien bajó unos 20 kilos, la diputada Erika Kokay, 25 kilos, Kátia Abreu, unos 9 kilos, José Cardozo, unos 8 kilos, Alice Portugal, 16 kilos, Lucio Pera Lima, 8 kilos, y Miriam Belchior, 16 kilos.

Encuentro en Brasilia

“Presidenta, estamos en el horno porque estoy tan emocionado de estar ante una figura como usted que creo no me va a conocer como realmente soy”. Esa fue la primera frase que Ravenna le dijo a Dilma Rousseff cuando, invitado por ella, él estuvo en Brasilia en enero último. “En realidad, yo estoy preocupada porque usted me va a controlar y me va a dirigir a mí en las cuestiones de la dieta”, le contestó ella. Tras una recorrida por el Palacio de la Alvorada hubo una cena que hizo que todo el encuentro durara cuatro horas. Fue en esa reunión que Ravenna probó el postre “banana de agua”, uno de los que a Dilma más le gustan.

Hace poco ella dio una charla pública sobre lo que era estar saludable y alentó a los brasileños a cuidar su alimentación. “A Dilma, como a muchos, le gusta comer dulces, dijo Ravenna esta semana a PERFIL, “pero no es un prototipo de persona gorda. Ella fue delgada de joven y fue ganando peso de a poco como esas personas que nunca fueron gordas ni tienen obsesión por la comida.”

Esta note fue publicada en la Edición Impresa del Diario Perfil.

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