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ACTUALIDAD | 20-11-2014 11:18

El tesoro cultural que deja la Duquesa de Alba

Una fortuna (que repartió por anticipado), en propiedades, tesoros artísticos y joyas.

Por Darío Silva D´Andrea

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La mujer más rica de España, Cayetana, duquesa de Alba, murió “pobre”, porque gran parte de su fortuna (calculada por “Forbes” en 3.000 millones de euros) fue repartida entre sus seis hijos y nietos cuando se entregó al amor por tercera vez a sus 85 años. Otra parte quedó destinada a obras de caridad y conventos de monjas de los cuales nunca se supo su nombre.

Presionada por sus hijos, que estaban preocupados por el porvenir de la fortuna de la Casa de Alba, la anciana duquesa hizo un meticuloso reparto de sus bienes personales así como de todos los “tesoros” artísticos, joyas, palacios, terrenos, acciones en la Bolsa y arquitectónicos que posee su familia desde hace más de 600 años.

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Este “reparto de herencia en vida” se ejecutó en concepto de donación escriturada, según informa la agencia española de noticias Efe, por la cual sus hijos se convirtieron en titulares de sus bienes, mientras que la duquesa de Alba siguió administrándolos oficialmente como gerente y disfrutando de ellos.

Para administrar el vasto patrimonio ducal se creó en 1975 la Fundación Casa de Alba, bajo la cual se aúnan todos los bienes artísticos (con obras de Francisco de Goya, El Greco, Velazquez, Rubens, Tiziano, Fra Angelico y Francisco de Zurbarán) y arquitectónicos que pertenecen a la dinastía Alba, y que durante muchos años estuvo administrado por Jesús Aguirre, un exsacerdote que fue el segundo marido de la duquesa hasta su muerte en 1991. Se dice que la duquesa podía caminar desde el extremo sur hasta el extremo norte de España sin salir de sus propiedades, lo que da una idea de la inmensidad (casi imposible de calcular) de su fortuna.

Además de su importante colección de pintura y escultura, la dinastía es propietaria de tres palacios, el de Liria en Madrid, el de Las Dueñas en Sevilla (donde nació el poeta Antonio Machado), y el de Monterrey en Salamanca, los dos primeros utilizados como residencia por la duquesa. Otras propiedades importantes son el castillo de Alba de Tormes (Ávila), cuatro castillos en Galicia (Castro Caldelas, Moeche, Andrade y Narahío) y el panteón familiar en el monasterio de la Inmaculada de Loeches (Madrid).

Todo ello pasó a ser administrado (ya que el patrimonio no tiene dueño, sino “guardianes”) por el primer hijo de la fallecidas duquesa, Cayetano Martínez de Irujo Fitz-James Stuart, conde de Siruela, quien ahora además será el XIX Duque de Alba. Aparte de sus más de 50 títulos nobles, -entre ellos el de duque de Berwick, de Liria y Jérica-, y también recibió las fincas como la de “El Carpio, uno de los mayores propiedades agrícolas de Córdoba.

En cuanto al patrimonio personal de la duquesa, que ascendería a unos 1.000 millones de euros, se dividió: Cada hijo heredaría unos 55,5 millones de euros y una gran parte “de libre disposición” habría sido repartida libremente por la duquesa, legándola a asociaciones benéficas o a su viudo, Alfonso Díez, un exfuncionarios estatal 24 años menor que ella. Al mayor de sus nietos, Fernando Fitz-James Stuart y Solís, además le correspondió el palacio de Las Dueñas (Sevilla), siguiendo con la tradición de que este emblemático palacio siempre pertenezca a los sucesivos duques de Alba.

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