Thursday 18 de April de 2024
ENTRETENIMIENTO | 13-06-2014 10:37

Las dueñas de la pelota

Cuentos de fútbol escritos por mujeres, una antología compilada por la escritora Claudia Piñeiro que reúne relatos de autoras como Gabriela Saidón, Selva Almada, Betina González, Esther Cross, Alejandra Zina y Gabriela Cabezón Cámara.

En este momento tan especial, en donde todo el mundo mira al Mundial de Brasil, Editorial El Ateneo publica "Las Dueñas de la Pelota". A seguir, un extracto del prólogo:

En esta antología hay cuentos en los que el fútbol es claro protagonista. Como “Matosas”, de Esther Cross, que describe un perfil inolvidable de esa mujer que sí fue personaje principal de este deporte.

O el de Gabriela Saidon, “La voz del estadio”, un texto donde el fútbol se escucha durante toda la lectura, gracias a la voz radial que eligió la autora para contar la historia. O el de Ana María Shua, “Fútbol era el de antes”, que también se mete con el tema concreto, pero donde los jugadores no son hombres, sino mujeres que se dedican al fútbol. O “El silbato”, de Susana Szwarc, que hace jugar al fútbol a un pueblo entero.

Pero también hay otros cuentos en los que el fútbol es una excusa para contar una historia donde el conflicto es personal, familiar o hasta social. “Poda”, de Débora Mundani, “La princesa enamorada”, de Alejandra Zina, y “El gol de la muerte según Clara Abel”, de Betina González, son dramas familiares que tienen al fútbol de telón de fondo. “Off side”, de Selva Almada, y “Alma negra”, de Alejandra Laurencich, son relatos en los que aparece un personaje destacado: el entrenador del niño futbolista.

“Cambiar de equipo”, de María Rosa Lojo, y “El Mundial y la patria”, de Sandra Lorenzano, son, además de otras cosas, historias de amor. “La guacha redonda” es un cuento con el sello de Gabriela Cabezón Cámara, historia personal, pero drama social al mismo tiempo. En “Patricio se bifurca”, Fernanda García Lao nos cuenta la historia de un hombre que puede ser muchos. Y el mío, “La madre de Mariano Osorno”, que no es más que un intento de hacerle un homenaje a Roberto Fontanarrosa, el verdadero dueño de esta pelota, que hablaba de fútbol aunque estuviera hablando de mujeres, amigos, barrio. Y viceversa.

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