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DECO | 11-06-2014 07:24

Color, tierra y arte

Atrevida sintonía entre el azul intenso de la puerta, el amarillo de los muros, el anaranjado de los tabiques y los techos verdes. La dueña de esta casa en el barrio cerrado El Casco se libera del tedio a través de una paleta lúdica.

Sólo 146 m2, pero parecen el doble. La planta de la casa es un rectángulo extendido sobre un terreno de 650 m2: en el parque –detrás de la vivienda– está la piscina, la casita donde juegan los nietos, la huerta y el jardín.

Construida desde los cimientos por el arquitecto Calo Piñeyro, tiene pisos de cemento alisado con aplicaciones de cerámicos y trozos de mármol, sin que medie regla de simetría; toda la casa es una sorpresa donde lo informal y los cambios le otorgan una dinámica que es parte de su estética.

Refleja el espíritu libre de su dueña, la artesana Mariana Rayces: “Aquel es un mantel de la abuela de mi marido que debe tener más de cien años; se me ocurrió usarlo como cortina; ése es un banco de carpintero muy viejo y pesado que me cuesta cambiar de lugar. En cambio, el resto de los muebles –casi todos con ruedas– van y vienen por todas partes”, dice. La cocina y el living comedor están integrados; la división está dada por un volumen de mampostería que contiene el horno y una barra de madera sobre la que destaca un pescado de cartapesta (Eduardo Wenner) del que cuelgan utensilios de madera. También la media cabriada del techo de madera color verde manzana separa visualmente la zona de estar de la de la cocina y lavadero. Del lado opuesto, una arcada marca el rincón de trabajo ocupado por el banco de carpintero y, en una columna, una pintura óptica en violeta, verde y anaranjado rubrica la frase de Pablo Picasso: “El arte barre del alma el polvo de la vida cotidiana”. Un vano –una abertura rectangular– separa el hall de entrada, donde un mueble pintado en verde lima es soporte de una escultura de mujer (Sofía Victorica), entre otros adornos. En el living hay sofás cubiertos con mantas y aguayos, y un sillón de tres cuerpos con una funda hecha con retazos de telas de algodón (Graciela Reverdito).

El modular donde está la tevé es de mampostería con vigas de madera. Contiguos y al costado de un pasillo de distribución, se desarrolla un escritorio, una zona para el juego de los nietos, un baño y un dormitorio de huéspedes. Al final está el dormitorio principal en suite con baño y vestidor. Afuera, junto a la piscina pintada de verde, hay un patio con parrilla y un quincho. Un sector con piso de cemento para matear y carros

coloridos.

Textos y producción: Sissi Ciosescu

Fotos: Néstor Grassi

Nota publicada el sábado 7 de junio de 2014 en el suplemento Home de diario Perfil.

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