-Periodista domesticada. La periodista exitosa de la TVE tuvo que aprender a aquietar los aires mandones de su carácter para convertirse en una digna miembro de la realeza. Después de aquel comentario “déjame terminar”, dirigido a todavía su futuro marido, durante su compromiso en 2003, Letiza ha procurado mostrar un perfil discreto en segundo plano.
Perfilando deseos
-Princesa fan. Tuvo que renunciar a un mundo de cosas, pero no a sus placeres culturales. En jeans y campera de cuero, la princesa saltó entre la multitud durante un concierto de The Killers, cantó entre miles de mujeres los temas de Alejandro Sanz y movió las caderas al ritmo de Shakira. Cuentan también que le encanta ir a los cines españoles que proyectan las películas subtituladas.
-Ícono de estilo. Clásica y trendy, formal y canchera a la vez, a Letizia se la puede criticar por su frialdad, pero nunca por su impecable estilo. Zara, Mango y prendas repetidas son algunas de las claves de su guardarropas además de sus ya famosos tacazos con plataforma para alcanzar las alturas de Felipe.
Los papás de hoy
-Obsesiva de la estética. Señalada una y mil veces como demasiado delgada, su posible anorexia es un rumor frecuente. Justificada como una operación por un problema respiratorio, Letizia se sometió a una favorecedora rinoplastía que acompañó con sutiles retoques para dulcificar sus rígidas facciones.
El fantasma y el reggaetón
-Compañera enamorada. Letizia no era una pobre muerta de hambre antes de casarse con Felipe. Los dos tuvieron que meditar la relación en profundidad y evaluar pros y contras. Cuentan todos que se quieren y la verdad es que siempre se los ve cómplices y sonrientes.
-Madre cotidiana. Tanto ella como Felipe intentan hacer todo lo posible por criar a sus dos hijas en un entorno de normalidad. La princesa las lleva todos los días al colegio y es ella quien las duerme todas las noches.
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